Lo que está pasando con nuestros compatriotas en la frontera colombo venezolana, no puede menos que recordarnos al nazismo, a la oscura época que vivió Europa en la década de los 30 y 40 del siglo XX. Al ver en los noticieros las escenas en las que han sido protagonistas los colombianos en Venezuela frente a la guardia y el ejército de ese país, revivimos los momentos del régimen impuesto por uno de los personajes más crueles y desquiciados que ha tenido la humanidad, Hitler, cuando persiguió a los judíos, marcó sus viviendas, destruyó sus propiedades y negocios, los obligó a llevar insignias y los deportó hacia terribles campos con hornos crematorios. Pues cosas similares es lo que está ocurriendo con los colombianos que habitan desde hace muchos años o recientemente en los municipios fronterizos y que seguramente se extenderán a otras regiones.
El Gobierno venezolano no se ha contentado con cerrar la frontera de manera arbitraria, dejando a cientos de colombianos y ciudadanos de otras nacionalidades incomunicados, a centenares de familias divididas y sin recursos, sin poder salir de ese país y retornar a sus lugares de origen y sus hogares. También ha continuado su persecución, deteniéndolos y deportándolos, cubriendo sus caras con capuchas como en los regímenes más represivos y siniestros, registrando sus viviendas y negocios, quitándoles sus pertenencias y destruyendo sus casas, como hemos visto en los noticieros, con testimonios de las víctimas, de mujeres que han denunciado cómo entraron y les sustrajeron sus electrodomésticos y computadores, para luego, en muchos casos, destruir las construcciones comerciales o residenciales. Y para mayor similitud con el caso de los judíos, marcar sus casas con letras distintivas de revisado o para destrucción.
¡Por Dios! ¿Qué estamos viviendo? ¿Qué tipo de personajes son los que gobiernan a un país otrora próspero y amistoso, que por años fue huésped de colombianos laboriosos que emigraron al país vecino por distintas razones, donde hicieron una vida y contribuyeron a la riqueza y el desarrollo del mismo con sus trabajos y aportes, desde los más sencillos hasta los más productivos e innovadores? ¿Hasta dónde llegarán los abusos, humillaciones y maltratos? ¿Hasta cuándo el Gobierno colombiano va a tolerar pasivamente los comportamientos absurdos de un gobernante que avergüenza a sus compatriotas?
El tema de Colombia lo utiliza el Gobierno venezolano como cortina de humo para distraer a sus habitantes de los gravísimos problemas de seguridad, desabastecimiento, persecuciones, falta de libertades y de justicia independiente que viven, y para buscar unidad alrededor de un objetivo, o enemigo común, especialmente en vísperas electorales. Ante la gravedad de la situación que atraviesa el país, ha sobrepasado todos los límites de la ética, la política y hasta la razón
El Gobierno colombiano debe levantar la voz enérgicamente y exigir no solo respeto por sus nacionales, por sus derechos humanos y civiles, por sus propiedades adquiridas durante años de trabajo honesto, sino, además, las correspondientes indemnizaciones por los perjuicios causados y utilizar todas las herramientas necesarias para evitar mayores horrores y más humillaciones. Los venezolanos honestos no aprueban estas atrocidades y atropellos, son las primeras víctimas de un régimen que finalmente ni ellos mismos saben para dónde va.
María Sol Navia
Exministra de Trabajo
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