En la política, hay que aclarar, no hay derrota ni triunfo definitivos y en la época actual eso es particularmente válido. En el caso de Latinoamérica, el mapa rojo que se pintaba a finales del siglo pasado y comienzos de este, ha dado paso a un prometedor tono azul. Así de sencillo.
La fiesta de poder de la izquierda concluyó y ha dado paso a gobiernos conservadores que actúan de forma independiente y no tienen en sus metas una internacional de derecha, como sí lo pregonaba la izquierda que montó bloques (no instituciones) como Unasur, Celac y Alba, hoy desaparecidos. La copia tropical de la llamada internacional socialista fue un fracaso.
Lula, Chávez, Ortega, Cristina, Evo, Correa e incluso Bachelet pasaron con más pena que gloria. El último puntillazo se dio en Brasil con la elección de Bolsonaro, cansados los ciudadanos de la recesión y corrupción de la izquierda. La secuencia de cambio incluye a Moreno, Macri y Piñera, e incluso al próximo presidente de México, López Obrador, quién se ha encargado de bajarle el tono revolucionario en un pragmatismo que dejó desconcertada a la izquierda que creía tener allí una mecha de aliento. Evo, Maduro y Ortega no prometen mucho, sino su salida en medio de la crisis de sus países.
Gracias a la elección del presidente Duque, Colombia no cayó en esa tentación, aunque hay que reconocer que estuvo inexplicablemente cerca con Petro, pese a su rotundo fracaso en la administración de Bogotá y que debido esto último permitió la elección de Enrique Peñalosa como mandatario local.
Los teóricos de izquierda, que siempre han pululado hablan de su reinvención, lo cual no les queda para nada fácil, sin que primero expliquen el fracaso, pese a que tuvieron una bonaza de los precios del petróleo, pero que destruyeron con maniobras populistas y corruptas. La carga es muy pesada como para que a la gente se le olvide. En la capital colombiana ello se expresó en parálisis, polarización y desgobierno en más de una década.
En el país estamos a un año de las elecciones para elegir a alcaldes y gobernadores, por eso hay que comenzar a considerar sobre lo que quieren los ciudadanos para la administración de sus localidadades. En particular, Bogotá merece una reflexión especial, luego de haber entregado por 12 años el manejo a la izquierda con unos resultados increíblemente mediocres, cuyas efectos se sienten, y se sentirán en el futuro, por más esfuerzos que se hagan para revertir el daño. Peñalosa ha tenido un margen de maniobra muy limitado y ha cometido errores que a diario inflan sus opositores, que se resisten a que le vaya bien. Pero, no cabe duda de que es el comienzo de un camino de recuperación que se debe continuar y no desfallecer en el camino. Sería un gran error regresar al pasado.
Como en todo proceso electoral, la cantidad de preaspirantes es grande. Al cabo de unos meses se depurará la lista para quedar los que son opcionados. Por ahora, la mirada debe centrarse en la evaluación y seguimiento del último año de administración y en las ideas y propuestas de quienes aspiran a gobernar a una ciudad de más de 8 millones de habitantes, que responde por una cuarta parte de la riqueza nacional y, junto con Buenos Aires y Ciudad de México, son las urbes más poderosas de América Latina, sin contar a las brasileñas.
P.D.: Con mucha emoción y agradecimiento de santandereano, recibí la Distinción Departamental al Mérito Civil Aquileo Parra Gómez, entregada por el gobernador Didier Alberto Tavera.
Mario Hernández Zambrano
Empresario exportador
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