MARTES, 16 DE ABRIL DE 2024

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Mario Hernández Zambrano
columnista

Hay que entender al pueblo gringo

Lo que sí es claro es que las relaciones de EE. UU. con el mundo serán muy distintas en caso de llegar Trump a la presidencia.

Mario Hernández Zambrano
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Mario Hernández Zambrano

Nadie puede desconocer la importancia para el mundo de lo que pase en Estados Unidos, pues es el país más poderoso, en términos económicos y militares, lejos de China y Alemania; y la arremetida de Rusia para recuperar su poder bélico del pasado, solo tiene como obstáculo la capacidad norteamericana para frenar al ambicioso Puttin.

Pero no hay que engañarse. Los ciudadanos de EE. UU. son como los de buena parte del mundo, tienen preocupaciones diarias, ambiciones, frustraciones y expectativas por alcanzar una vida mejor para sus familias, que incluye el acceso a educación y a un buen empleo. La gente, como aquí y en España, Alemania y Reino Unido defiende sus ideas y principios, así no se comprenda, se cuestione y critique el ‘consumismo’, pero nadie puede abstraerse de la comodidad y el buen vivir cuando tiene capacidad de compra.

En ese orden es que hay que entender lo que está pasando con la campaña electoral, que, sin duda, requiere una evaluación profunda por parte de quienes manejan el tema, más allá de la inmensa capacidad para convertir a los candidatos en productos de mercadeo. Sin embargo, la polarización y disgusto de los estadounidenses tiene un aspecto novedoso de fondo: es la primera vez que una mujer, Hillary Clinton, representa a uno de los dos partidos más importantes, el Demócrata, y que el Republicano haya sido, sorprendentemente, ‘capturado’ por Donald Trump, un magnate sin trayectoria política, que no prestó servicio militar y se enorgullece de no haber pagado impuestos, lo cual es criticable; a esto se agrega su capacidad para agredir a los demás, su xenofobia y racismo y el mal trato a las mujeres, partiendo por el irrespeto a su antagonista.

La gente en EE. UU. está agotada y defraudada: pide a gritos un mejor nivel de vida y bienestar, acorde con lo que piensan es su país, pero, desafortunadamente, ninguno de los candidatos lo plantea. Trump intenta, con demagogia, que le crean sus promesas, acudiendo al miedo y la inseguridad de sus seguidores frente al futuro. Clinton, que es vista como seria y responsable, no logra superar el escollo de que, en caso de llegar a la Casa Blanca, será ‘más de lo mismo’.

Sin duda, el problema en EE. UU. es que los ciudadanos no creen en su clase política, pues consideran que poco o nada le importa los problemas que enfrentan a diario, que los pobres no reciben la atención adecuada, la salud no funciona, hay un desmejoramiento en el empleo y los ricos no contribuyen proporcionalmente más que los pobres en materia de impuestos.

Sin embargo, después de hoy las cosas volverán a normalizarse, pero el mensaje quedará enviado: la gente no está contenta con la manera como se están manejando los asuntos. Y su resistencia no es infinita: no se trata de hacer una revuelta, sino de exigir a su dirigencia más compromiso. Lo que sí es claro es que las relaciones de Estados Unidos con el mundo serán muy distintas en caso de llegar Donald Trump a la presidencia.

P.D. Los ejemplos del ‘Brexit’ en el Reino Unido y el plebiscito en Colombia son la prueba de que la gente adopta posiciones inesperadas debido a la inconformidad.

Mario Hernández Zambrano
Empresario exportador
mariohernandez@mariohernandez.com

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