Me impresionó gratamente una campaña de la Sociedad Antioqueña de Economistas que tiene el lema: “Consumir productos colombianos es invertir en un mejor futuro para su familia”, que como con tantas cosas de la vida nadie puede estar en desacuerdo.
Y no es resultado de ir en contra de las tendencias globales ni en favor de un proteccionismo que premie la baja calidad, el abuso en los precios frente a los productos que llegan de otras partes o la ineficiencia de otros que pregonan, equivocadamente, que por el simple hecho de generar empleo hay que establecer barreras o que los consumidores paguen las consecuencias.
Sin duda que hoy la oportunidad existe para que la producción nacional se gane un espacio mayor en el consumo nacional por efecto de la devaluación de la moneda frente al pasado, pues un precio del dólar sobre los 3.000 pesos implica un encarecimiento de los bienes importados que los coloca por encima en precio de los bienes locales, lo cual frente a un consumidor racional resulta atractivo, siempre y cuando las calidades como concepto integral sean comparables y satisfagan las necesidades y gustos de los compradores. Es una tendencia universal contra la que nadie puede salir ganando.
También es una oportunidad para que la economía colombiana se recupere de los resultados mediocres que está teniendo, como se comprueba en los datos: un crecimiento del producto de solo 1,2% en el tercer trimestre que lleva a que escasamente se alcance un 2% al cierre del 2016, y así se pregone que en 2017 va a ser mejor, no se ven los factores objetivos para ser optimistas, como tampoco se observan en América Latina, que cerró este diciembre haciendo recordar la recesión de los años ochenta.
Hay un tema que debería preocupar a todos, no solo por su impacto inmediato, sino por sus implicaciones sociales y de futuro: es el desempleo entre los jóvenes y las mujeres, cuya tasa es en el país cercana al 15% cuando el porcentaje general está por debajo del 10% con el agravante de que –según la misma OIT– ambos grupos de población sienten con mayor impacto la desaceleración de la economía.
Los jóvenes son los primeros en ser despedidos en la desaceleración y los últimos en ser contratados en la recuperación.
En el caso de las mujeres el asunto es similar, además de que también reciben salarios menores que los hombres.
Sin duda que no se requiere mucho estudio para comprobar que el desarrollo del talento es determinante en el bienestar y progreso hacia el futuro, por lo que su estímulo resulta una condición fundamental, tan importante como la protección de los niños de hoy si se quiere tener una mejor sociedad en el largo plazo.
La situación desventajosa en las oportunidades de empleo para los jóvenes de ambos sexos explica en buena parte la reacción que se está dando en el mundo contra la clase política tradicional y que en nuestro país puede no estar lejos de ocurrir, si no se actúa a tiempo.
…
Me siento agradecido con la vida por haber nacido aquí en Colombia, por mi familia y mis amigos. De corazón, quiero desearles a todos lo mejor de lo mejor. Gracias por existir. Felicidades.
Empresario exportador
mario hernández
Hay que pensar más en los jóvenes
No se requiere mucho estudio para comprobar que el desarrollo del talento es determinante en el bienestar y progreso.
POR:
Mario Hernández Zambrano
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