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Mario Hernández Zambrano

Las decisiones que nos esperan

La escogencia de los mejores nombres del senado y la cámara de representantes tiene una importancia trascendental.

Mario Hernández Zambrano
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Mario Hernández Zambrano

Los colombianos estamos a las puertas de tomar decisiones muy importantes acerca de nuestra vida democrática en tres jornadas que arrancan este 13 de marzo con la elección de parlamento y luego con la primera y segunda vueltas presidenciales que definirán el sucesor del presidente Iván Duque, quien entregará su mandato el 7 de agosto próximo.

Sin duda que las elecciones parlamentarias constituyen buena parte de la esencia democrática, en el entendido que permiten a los partidos políticos alcanzar una representación popular para tomar las decisiones que afectan a un país y complementan, corrigen o avalan los planes y programas del ejecutivo. Es por eso que la escogencia de los mejores nombres del senado y la cámara de representantes tiene una importancia trascendental.

El Congreso de la República representa, sin duda, los intereses de las distintas comunidades de un país como el nuestro, caracterizado como pocos en el continente por la existencia de polos de desarrollo regionales fuertes y consolidados. No en vano, cinco zonas responden por más de las tres quintas partes de la riqueza nacional.

Es cierto que a todos los colombianos nos gustaría la no existencia de casos de manejo electorero en algunas zonas y la transparencia en las decisiones libres que deben tomar los ciudadanos, labor que deben vigilar los organismos constituidos para ese fin, pero no por ello hay que descalificar o considerar como ilegítima la conformación del parlamento. Flaco servicio se le presta al país con las denuncias sin fundamento o alarmistas de algunos, cuyo interés es confundir y hacer del caos la opción que no estamos dispuestos a aceptar.

Debo confesar, sin reparo alguno, que nunca en la vida había sentido tanta nostalgia que con la partida de Olga Lucía, mi compañera y amiga durante más de 40 años, a lo mejor porque reconozco que cuando tomamos la decisión de compartir nuestras vidas, en el fondo tenía el presentimiento y casi convencimiento que ella estaba aceptando, por amor, cuidarme en mis años de vejez.

Así, creo que el destino me jugó una mala pasada que acepto con humildad y le agradezco porque de esa manera comprobé lo importante que fue esa mujer en mi vida, sin la cual no hubiera conocido la plenitud de muchas cosas buenas, comenzando por el respeto del espacio individual, aprendido de El Profeta-Khalil Gibrán: “Amaos uno a otro, más no hagáis del amor una prisión ... Cantad y bailad juntos, alegraos, pero que cada uno de vosotros conserve la soledad para retirarse a ella a veces”.

Durante más de diez años, enfrentó una grave enfermedad con un coraje, constancia, optimismo, bondad y amor que siempre mostró y sin reproche alguno, que sin duda constituyen un testimonio que repartió en su escenario de vida, de familia y apoyo a personas necesitadas. Sin ella, la empresa familiar no estoy seguro hubiera alcanzado lo que hoy es, mis tres hijos y yo no disfrutaríamos tantas alegrías.

¡Gracias Olga Lucía por hacerme tan feliz! Y con El Profeta “Conocereis el secreto de la muerte. Pero ¿Cómo lo encontrareis si no buscais en el corazón de la vida?”.

MARIO HERNÁNDEZ
Empresario exportador

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