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Mario Hernández Zambrano
Columnista 

Los ‘lujos’ para una nueva sociedad

Lo de ahora marca un antes y un después que está por verse, debido al confinamiento para evitar el contagio.

Mario Hernández Zambrano
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Mario Hernández Zambrano

La experiencia del coronavirus, de esta plaga medieval para que nadie, ningún país estaba preparado, nos ha vuelto seguramente menos arrogantes, más humildes y en el futuro tendremos mejores aptitudes para dedicar a la ciencia y a la técnica que poco a poco van conquistando la naturaleza, los recursos necesarios, para no tener en el futuro sorpresas tan desagradables y tan negativa como ha sido la de estas semanas”. La frase es el escritor peruano Mario Vargas Llosa.

El Nobel de Literatura de 2010 se queda corto en su apreciación sobre lo que nos está dejando la pandemia, a lo mejor porque sin ser fatalista hay que reconocer que el camino por recorrer todavía es largo pues el objetivo primero es derrotarla con el menor daño social, económico y lo más importante, en términos de vidas, sea el menor posible.

Un camino fácil es decir que la Organización Mundial de la Salud (OMS), lleva desde 1999, advirtiendo de una pandemia para el siglo XXI y resulta una estrategia populista, adoptar el modelo de proteccionismo o aislamiento como el único, cuando este es un problema global que requiere soluciones globales.

La crisis que se ha gestado ahora en el mundo no tiene parangón, pues la de hace doce años se suscribió al tema financiero y la de los años 30 del siglo pasado se dio en un marco muy distinto y unas limitaciones que hoy no se tienen gracias a la tecnología y a la democratización de la información, buena o mala, pero que es una realidad permite saber en segundos lo que pasa en todas partes.

Lo de ahora marca un antes y un después que está por verse, debido al confinamiento para evitar el contagio, con lo cual perdemos uno de los activos humanos más valiosos, la libertad, que no tiene atenuante ni con el dinero, ni con el poder, ni con la voluntad de nadie.

Es duro pero real, tener plata y no poder gastarla o un auto y no poder usarlo, con lo que no queda otra opción que disfrutar pequeñas cosas, grandes en otros tiempos: la familia, el hogar y la misma soledad.

No hay que engañarse. En el futuro cercano nada será igual por una razón contundente: el mundo sin distinciones perderá un pedazo de riqueza y así todos debemos arrancar de un nivel inferior de ingreso que no es otra cosa que pobreza.

Por eso, los lujos del futuro serán diferentes a los pasados. Y todos deben acomodarse a esa nueva vida. Gobiernos y políticos, empresas y familias y sus integrantes.

Los gobiernos tendrán que poner mayor cuidado a lo social, salud, educación, calidad del aire, bienestar y todo lo verde; los votantes serán mucho más exigentes de su dirigencia política (que a propósito da pena lo que ocurre en el Congreso con las sesiones virtuales) y el llamado low cost por las nuevas circunstancias cambiará los hábitos de consumo de las familias y las empresas deberán responder a esa exigencia si quieren sobrevivir como condición para ser ganadores, pues muchas no lo entenderán y quedarán tendidas en el camino.

Es lo que se llama reinventarse en un mundo con nuevos “lujos”.

Mario Hernández
Empresario exportador.
mariohernandez@mariohernandez.com

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