Más allá de la bronca y “mala leche” de quienes cuestionan todo, en una estrategia calculada de sembrar incertidumbre y desconcierto, acerca de la situación de nuestro país, sin duda que la experiencia innovadora y audaz de los días sin IVA dejan un saldo positivo y favorable y seguramente le tercera será lo mismo, dándole la razón al Presidente Duque, al ministro de Hacienda que la impulsó y el director de la Dian al afirmar que han sido un “empujoncito” económico y conductual que se necesitaba y esperaba, de acuerdo con los datos disponibles.
El “empujoncito”, que sin duda es mucho más, lo necesita la economía nacional en el entendido que sacó una demanda represada de varios meses de confinamiento, consumo que de no hacerse con el estímulo de la exención no se habría dado, por lo cual se desvirtúa el pregón de que se hizo un sacrificio fiscal de varios billones.
Por el contrario, hay que buscar otros mecanismos similares en otras áreas como la construcción de vivienda y la creación directa de empleo, a través de una reducción sustancial o total de tasas como las de las cajas de compensación familiar, registro de cámaras de comercio o descuentos especiales en las tarifas de servicios públicos.
Es muy claro. Con la información de las retenciones en la fuente y factura electrónica de mayo, las ventas de las actividades productivas bajaron 25,7% frente a 2019 y el 28,6% de las empresas redujeron ventas en más de 50% y 46% de las empresas tendrían problemas de caja si se mantiene su estructura de costos operativos, lo cual lleva a concluir que entre más se demore la reactivación, menos recaudos se tendrán, con un mayor impacto sobre las pequeñas y medianas empresas.
Aunque no se puede desconocer el impacto negativo que sobre la economía ha tenido esta pandemia y cuyas consecuencias están todavía por verse aquí y en el mundo, según datos de Raddar el consumo de los hogares subió 1,5 % en mayo (20/19), y sumó $ 58,4 billones, gracias a las ayudas a los hogares dadas por el Gobierno, las gobernaciones y las alcaldías, además de los programas de fundaciones y empresas privadas que sumaron en mayo más de 27,5 billones de pesos, que si no se hubieran dado, el daño sobre el empleo y la pobreza hubieran sido mayores.
Ahora solo esperamos y rogamos para que cambie la tendencia de la pandemia, que sin duda es la medicina más importante no solo para la salud de la gente, sino para la misma economía.
El agujero que ha abierto el coronavirus no se va a cerrar fácil y todo el mundo lo va a sentir por algún tiempo.
Se requiere mucha creatividad de gobiernos nacional y locales, como también del sector privado, incluyendo una revisión de todo el sistema de impuestos, hacer más eficiente el gasto público pero también una mayor conciencia de los empresarios y trabajadores para entender que solo con su ayuda podremos mantener un modelo de equilibrio social que nos aleje de los tentadores extremos fáciles de pregonar, pero imposibles ponerlos en práctica.
Mario Hernández Zambrano
Empresario exportador
mariohernandez@mariohernandez.com