Tengo que decirlo sin temor alguno: Soy optimista sobre el futuro de Colombia y, para ser más preciso, sobre la definición que tomaremos dentro de 10 meses al escoger al sucesor del presidente Duque, por quién votamos la mayoría y no estamos para nada arrepentidos pues le reconocemos el acertado manejo dado al país enfrentando la peor catástrofe del mundo en más de cien años.
Y ese optimismo no es solo por nacionalismo a ultranza, sino por dos razones principales. La primera, es porque hay a quién confiarle con tranquilidad los destinos de nuestra patria, en particular nombres que han surgido en las últimas semanas pero con experiencia y realizaciones, además de algunos ‘reincidentes’. Entre los nuevos, personas como E. Peñalosa, F. Gutiérrez, A. Char, J.C. Echeverri, M. Cárdenas, A. Gaviria, G. Vargas y el mismo O.I. Zuluaga, quién ya participó en una disputa con J.M. Santos.
Todos ellos han tenido oportunidad de mostrarse en el manejo de los asuntos públicos nacionales y locales en distintas áreas y su saldo ha sido netamente favorable y aunque ninguno de ellos tiene por qué mostrar todavía un programa concreto, se les conoce sus ideas en temas fundamentales, así como una visión política, lo cual los hace confiables.
Sin duda que hacer política no ha sido fácil en Colombia, antes y ahora y que el ejercicio de esta actividad es castigado en forma inclemente, con razón y sin razón. Ha hecho carrera la creencia de que quien está hoy en esa actividad o servicio entra al grupo de los corruptos, así hasta ayer fuera considerado un ciudadano ejemplar. Creo que en esto hay una equivocación general e injusta en muchos casos.
Se debe reconocer que buena parte de esa generalización resulta de una parte de los mismos políticos, agravada con la propensión a que hay personajes que creen que para hacer campaña política se vale usar estrategias de falsedad, polarización, generar odios y broncas, cuando bastaría con mostrar ideas y debatir temas.
Un segundo tema de optimismo es la evolución de la pandemia, al punto que no resulta exagerado decir que el próximo gobierno no va a tener que cargar con ese peso tan grande, sino continuar con la recuperación económica y social que dejará Duque en la ruta adecuada y correcta. La reforma tributaria realista que acaba de presentar el ministro Restrepo a estudio del Congreso genera tranquilidad entre los agentes económicos locales y extranjeros acerca de la sostenibilidad fiscal tan necesaria para recuperar el grado de inversión.
Este elemento para ser optimista se complementa con la favorable evolución de la economía en el corto plazo y los datos son contundentes, más allá de la comparación de cifras con base al 2020: las ventas de vivienda en el primer semestre son las más alta de la historia del país… Sí, ¡de la historia! el precio del café al productor en ‘pesitos’ no tiene antecedentes y los precios internacionales del petróleo y el oro están han subido este año 50%. Todos estos elementos le dan una dinámica especial a Colombia en materia de crecimiento y por ende de mayor empleo, menor pobreza y mejores recaudos públicos.
¡Más pruebas no puede haber para ser optimistas!
Mario Hernández
Empresario.