Casos de éxito en los negocios y en la vida empresarial hay muchos, y es incontable la cantidad de libros que se producen a diario sobre el tema, y las universidades tienen estudios que sorprenden y siempre se sacan moralejas y se hacen debates sobre lo que se debe y no se debe hacer. Pero me ha impresionado el caso de un emprendedor británico, cuyo nombre es lo de menos, que hizo su propia fortuna, habiendo arrancado de muchacho como portero de clubes nocturnos y 6.000 dólares que le dejó su abuela al morir.
Poco a poco fue creando un imperio de propiedades, hoteles y bares y se dejó tentar por una vida de lujos: su propio yate, volaba su avión y conducía dos Ferraris. Pero de pronto, en un día de 2008, lo atropelló un taxi en Nueva York y como si fuera poco la gran crisis financiera de ese año lo llevaron a perder todo, porque estaba muy endeudado. Los bancos, que le “lanzaban” dinero, le embargaron todo.
Entró en una profunda depresión, al punto de que contempló el suicidio como una salida al fracaso, pero hizo un repaso de su vida y decidió creer en si mismo, como lo hizo al comienzo. Volvió a trabajar como portero. Hoy, una década después, su empresa con sede en Londres, es más grande y próspera. Sus enseñanzas son fundamentales para los emprendedores de hoy:
-Nunca se debe perder la humildad y no hay necesidad de perderlo todo para aprender a ser humilde. Hay muchos que saben más que uno y de ellos se debe aprender.
-Vida modesta: hay que vivir de acuerdo con las posibilidades y se debe separar el negocio como tal de los requerimientos personales. Puede que resulte más difícil hacerlo que decirlo, pero es una verdad absoluta. Yate y avión propios no se necesitan.
-Aprender siempre de los errores. El sobregiro en el banco no es para nada el camino y lo más grave es que cuando se entra en problemas, lo primero que se pierde es ese sobrecupo en el banco. No hay que olvidar que el sobregiro no garantiza protección alguna para una crisis.
-Tener equipo. El personaje en cuestión se creía inmortal y no delegaba. El accidente lo tuvo tres meses lejos de sus negocios y fue una de las razones de su quiebra. Ahora, cada vez que compra una nueva empresa, contrata administradores para que lleven el negocio, bajo su orientación.
-Detalles, tan solo detalles. No es un asunto de microgerencia extrema porque el día solo tiene 24 horas, pero no hay que olvidar que “el diablo está en los detalles” y esas pequeñas cosas son determinantes en la vida de las empresas. Ser gerente es mucho más que ser relacionsita público.
-Conocer fortalezas y debilidades. Hay que creer en sí mismo, pero la soberbia nunca es buena consejera y puede resultar demasiado costosa.
-Trabajar no es para los de abajo. Hay una equivocación grande al creer que al tener un negocio próspero, es hora de vacacionar más tiempo y que la empresa ya no necesita a quien la conoce. Llegar a esto es todo un proceso.
-Y la más sencilla, pero no siempre la más fácil de cumplir: Los valores y principios éticos no son objeto de negociación por más difícil y compleja que sea la situación de la empresa.
Mario Hernández
Empresario y exportador