No me gustó el comentario de un amigo extranjero, que quiere a Colombia y viene con frecuencia, lo que le da licencia para opinar más allá de la belleza de nuestras montañas y paisajes. Me dijo, en confianza: “me parece que en este país se hacen los borrachos o locos. Hablan y proponen de todo, y quieren reformas inmediatas a grandes temas que en otras partes se discuten varios años hasta que hay un acuerdo social para hacer los ajustes. En cambio, no se le pone suficiente cuidado a la solución de los problemas urgentes, como la economía, la salud y la infancia”.
Creo que él tiene la razón, si se mira lo que publican los medios: la Corte aprueba la adopción a los homosexuales cuando la Constitución no le da ese poder; el Fiscal anuncia un proyecto para legalizar el aborto sin restricciones, cuando debería estar más atento a otros asuntos; que se eche para atrás la amnistía que se aprobó hace más de dos décadas para los del M-19; nadie conoce el acuerdo sobre justicia en La Habana, y el Congreso aprueba el marco legal; las Farc piden curules directas en el parlamento, o que no los extraditen, sin pagar cárcel por los delitos cometidos; y casi que se decreta que no habrá apagón por el fenómeno de ‘El Niño’, pero sí tarifas altas a costa de la gente y del presupuesto público, que es lo mismo.
No vale la pena mencionar a otros personajes, como el Procurador, porque no cabrían en este espacio, como tampoco las de algunos alcaldes elegidos, que están haciendo las cuentas alegres de ‘La lechera’. No sé si es un asunto ligado a nuestro espíritu tropical, que involucra una dosis de irresponsabilidad, con la que vivimos contentos, o que, en realidad, nos hacemos o estamos locos, o nos mantenemos a ‘medio palo’.
En efecto, las cifras económicas no son buenas y estamos en descenso, así nos preocupemos más por buscar datos de otras partes para justificar nuestra situación, y no ataquemos los problemas, como en el caso de la inflación, que, a decir verdad, se salió de madre, pues aunque no podemos compararnos con Venezuela, el aumento entre el 2014 y el 2015 es más del 50 por ciento. Y ahora, el Banco de la República eleva más del 20 por ciento las tasas de interés en menos de tres meses y decide que hay que parar la devaluación, que alegraba a sus directores hace unos meses, cuando el crecimiento de la economía es pobre y las cifras de desempleo han dejado de caer.
Para completar el panorama, el Ministro de Hacienda anuncia dos grandes ajustes económicos para el primer trimestre del 2016: una reforma tributaria estructural, que llevamos años definiéndola, y una reforma al régimen de pensiones, porque las otras, hechas aceleradamente no quedaron bien. En el caso tributario, aún se recuerdan sus palabras en el sentido de que no tenían por objeto desestimular la inversión privada, y ocurrió todo lo contrario. Y esas reformas van a coincidir con la firma de la paz.
Deberíamos aplicar la máxima del maestro de música que le preguntó a su alumno sobre el instrumento que quería tocar, y este respondió: “quiero tocarlos todos”, y el maestro le dijo: “no señor, aprenda a tocar uno bien y no todos mal”.
P.D. Colombia tiene tasas de tributación que la alejan del promedio internacional y hacen que se pierda competitividad para exportar y que la inversión extranjera y nacional no se sienta estimulada, como lo certifica la Ocde y el Banco Mundial. En esto, no hay que equivocarse.
Mario Hernández Zambrano
Empresario exportador