Amables y pacientes lectores de esta columna han cuestionado mi análisis de la semana pasada, en el cual dije que la ‘apertura’ en Colombia se hizo hacia adentro, y que desde los años 90 han aumentado mucho más las importaciones que las exportaciones, con gran perjuicio para el ramo productivo del país, sobre todo para agricultores e industriales.
El argumento en contra de la tesis de la ‘apertura hacia adentro’, es que desde que empezó la bonanza de los precios del carbón y el petróleo, el valor de las exportaciones colombianas ha sido mayor que el de los bienes importados al país, de manera que llevamos varios años con superávit en nuestra balanza comercial.
En el 2012, por ejemplo, las exportaciones fueron de 61.600 millones de dólares, mientras que las importaciones solo llegaron a 56.600 millones de dólares.
Estas cifras son ciertas e incuestionables, pues ese es el valor del comercio exterior colombiano registrado por el Banco de la República.
Pero también son ciertos los guarismos que presenté sobre la evolución del tamaño relativo de las exportaciones y las importaciones en relación al total de la economía, según las Cuentas Nacionales del Dane.
Con las cifras más recientes del Dane, que son un poco diferentes a las que mencioné, se muestra que desde finales de los 90 las exportaciones pasaron del 16 al 17 por ciento, mientras que las importaciones casi duplicaron su participación, pasando del 15 al 28 por ciento del PIB.
La explicación de esta aparente contradicción es que se trata de dos metodologías distintas, aunque ambas válidas: el Banco registra el valor del comercio exterior a los precios de hoy, y el Dane lo hace a precios constantes, es decir, que mide mejor la cantidad de productos importados y exportados sin tomar en cuenta el gran aumento de los precios internacionales de las materias primas.
Lo que nos dicen las cifras del Dane es que con la apertura no se ha logrado el objetivo de vender una mayor cantidad de productos en el exterior, ni siquiera tomando en cuenta el gran aumento de las exportaciones de petróleo y carbón; por el contrario, se ha duplicado la cantidad de importaciones. Como consecuencia, la economía colombiana es hoy mucho más vulnerable a las fluctuaciones de los mercados internacionales.
En efecto, este desbalance no ha generado aún una crisis externa por la bonanza de los precios internacionales y los ingresos de capitales golondrina y crédito externo, y por eso las cifras del Emisor muestran un equilibrio en la Balanza de Pagos y las calificadoras de riesgo, con su visión miope y de corto plazo, no ven los riesgos que enfrenta el país.
Pero, si caen los precios de las materias primas o se cierran los mercados de capitales se impondrá a la fuerza un ajuste para reducir la cantidad de importaciones.
Así sucedió con la crisis de 1999, cuando las importaciones cayeron como consecuencia de la profunda recesión económica, generada por la crisis internacional y las equivocaciones del Banco.
Así está ocurriendo ahora, aunque en menor escala, pues las importaciones están disminuyendo como consecuencia de la recesión en la industria manufacturera. La apertura hacia adentro nos hace más vulnerables hacia fuera.
Adenda: se lució Cali con la ceremonia de inauguración de los Juegos Mundiales y su eficiente organización. Están pasando cosas buenas en la ciudad y se siente el impacto de las buenas administraciones. Lástima que no se pueda decir lo mismo del Departamento del Valle.
Mauricio Cabrera Galvis
Consultor privado
macabrera99@hotmail.com