La sigla Brics se acuño hace una década para denominar el grupo de países emergentes compuesto por Brasil, Rusia, India y China, que albergan el 40 por ciento de la población mundial y cuyas economías representan la quinta parte del PIB planetario. Posteriormente, se añadió Suráfrica, mucho más pequeño que los otros, y están en cola para entrar Turquía, Argentina e Indonesia.
En el 2009, estos países decidieron dejar de ser solo una sigla y empezar a actuar como grupo para influir en la política económica mundial ante los fracasos del sistema financiero internacional que condujeron a la gran recesión de este siglo.
Uno de sus objetivos principales era la reforma de las instituciones financieras internacionales como el FMI y el Banco Mundial (BM).
En su sexta reunión, celebrada en Brasil la semana pasada, dieron un importante paso en esta dirección al anunciar la creación del Nuevo Banco de Desarrollo que compita con el BM en la financiación de proyectos en países en desarrollo.
La apuesta es fuerte. Para el Banco comprometieron 100.000 millones de dólares, de los cuales se suscribirá inicialmente la mitad, aportados en partes iguales por los cinco fundadores, que garantiza que cada uno tendrá igual poder de voto, a diferencia del BM, en el que EE. UU. tiene la mayoría y el poder de veto.
Apalancados en este capital, captarán recursos en el mercado de capitales y se estima que en 20 años pueden llegar a un portafolio de préstamos de 350.000 millones de dólares.
Además, como alternativa al FMI, crearon un Fondo de Contingencia (CRA por sus siglas en inglés) que ayude a los países a enfrentar sus problemas de liquidez y balanza de pagos, para el cual comprometieron otros 100.000 millones de dólares, pero en proporciones diferentes: China, 41 por ciento; Brasil, India y Rusia, 18 por ciento, cada uno, y Suráfrica, 5 por ciento restante.
La intención política es evidente: para reforzar la tendencia al multilateralismo se trata de crear instituciones financieras que rompan la unipolaridad del dólar y el control norteamericano sobre el FMI y el BM, que no se ha podido reformar desde adentro. De hecho, en la declaración de la última reunión se declaran “decepcionados y seriamente preocupados por la actual falta de aplicación del FMI de las reformas del 2010, lo que afecta negativamente la legitimidad, credibilidad y eficacia del FMI”.
En cuanto al Banco de Desarrollo, que tendrá sede en Shanghái, la preocupación es complementar al BM, que se alejó de su función inicial de financiar proyectos para dedicarse a los llamados préstamos de balanza de pagos que, hasta hace poco, venían atados a las condiciones de políticas macroeconómicas como el Consenso de Washington, que llevaron a la reducción del papel del Estado en la economía.
Con estos desarrollos se abren posibilidades muy interesantes para América Latina, pues la intención de los Brics es incorporar a estas instituciones a más países en desarrollo. Argentina fue invitada especial a la reunión de Brasil y ya se están estudiando formas de integrar el nuevo banco con el Banco del Sur, creado en Quito por los países del Alba.
Además, en su propósito por fortalecer la multipolaridad en el orden económico mundial, los Brics han buscado acercarse a Unasur, hoy dirigida por el expresidente Samper, circunstancia que Colombia puede aprovechar para buscar nuevas fuentes de financiamiento para las grandes inversiones que se planean en infraestructura, sin necesidad de debilitar los vínculos con sus prestamistas tradicionales.
Mauricio Cabrera G.
Consultor privado
macabrera99@hotmail.com