¿Cómo explicar el comportamiento de la economía colombiana, en la que se frena el crecimiento del PIB y, al mismo tiempo, se reduce el desempleo? Según la teoría económica, cuando se desacelera el crecimiento debería subir el desempleo y viceversa, pero eso no es lo que está sucediendo hoy en Colombia.
En cuanto al crecimiento, todos los indicadores muestran una desaceleración del el 5,4%, registrado el primer semestre del 2014, a menos de 3% en el mismo periodo de este año. Por el contrario, la tasa de desempleo del pasado mes de julio (8,8%) fue inferior en 0,5% a la de julio del 2014, y es la menor registrada por lo menos en 20 años.
La primera explicación que hay que descartar es la facilista de dudar de la veracidad de las cifras. Ambas series son del Dane, y carece de lógica pensar que son correctas las cuentas de la desaceleración del PIB, pero que están equivocadas, o manipuladas, las de empleo.
Quienes hoy dudan de la creación de empleo, pero aceptan, y como aves de rapiña se regocijan con el menor crecimiento, hace una década hacían lo mismo, pero a la inversa: dudaban que estuviera aumentando el desempleo cuando la economía crecía más rápido, impulsada por la bonanza petrolera. No podían aceptar que el ‘huevito’ de la confianza inversionista hubiera generado un proceso de crecimiento sin empleo.
También hay que descartar que, como ha sucedido otras veces, el menor desempleo se deba a que haya menos gente buscando trabajo. De hecho, en julio había 501.000 personas más en el mercado de trabajo y el número de individuos empleados creció 562.000, es decir que no solo se redujo la tasa de desempleo, sino también el número absoluto de desempleados.
Una explicación que sí puede ser válida es que la inercia positiva del mercado laboral en los últimos años, todavía no se ha visto afectada por la desaceleración, puesto que desde julio del 2010 son 2,8 millones los colombianos que han encontrado empleo, y la tasa de desempleo ha bajado de 12,7% al 8,8% actual. Además, es destacable que, por el esfuerzo de formalización que ha hecho el Gobierno, en el mismo periodo el número de empleados informales o subempleados haya disminuido en 322.000.
Otro proceso que parece estar sucediendo es un cambio en las fuentes del crecimiento o, ya el motor de la economía no es el sector minero –que genera muy poco empleo–, sino que con la destorcida de los precios de los hidrocarburos y la devaluación, que ha corregido la larga y funesta revaluación, ahora son las actividades orientadas al mercado interno y las exportaciones intensivas en mano de obra las que empiezan a jalonar el crecimiento.
En efecto, en los sectores donde más creció el empleo fueron la construcción y las actividades inmobiliarias (10,2%), el comercio y los servicios (5,5%). El problema es que estos son los ramos en los cuales es más frecuente la informalidad, razón por la cual en el último año el número de desempleados en el país ha crecido casi 11%. El Gobierno debe redoblar sus esfuerzos para la formalización y el trabajo decente.
Por su parte, en la industria hay una contradicción en las cifras, pues mientras la encuesta de empleo registra una caída de 1,5%, la muestra mensual manufacturera, evidencia un aumento promedio del 1,1% con subsectores tan dinámicos como la trilla de café (12,7%), las confecciones (5,6%) y la farmacéutica (7,1%). La nueva tasa de cambio que favorece a los productores nacionales debe ayudar a estos y otros sectores.
Mauricio Cabrera G.
Consultor privado
macabrera99@hotmail.com