La noticia política del momento es la subida de Petro en las encuestas para las elecciones presidenciales, en las que aparece de puntero, no con la mayoría para ser presidente, pero si para pasar a la segunda vuelta. ¿Cuál es la explicación del ascenso de un candidato que tiene una alta imagen desfavorable?
La primera razón está en los sondeos que miden las percepciones de la gente frente a la situación nacional. En la última Gallup, el 75% cree que las cosas en Colombia están empeorando, y la percepción de deterioro es más alta en aspectos tales como la economía (79%), el desempleo (80%), el costo de vida (86%) y la inseguridad (90%). Lo peor es la corrupción, donde el 91% de los encuestados creen que se está empeorando.
También registra esa encuesta la opinión desfavorable de la gente frente a las instituciones de la democracia. El 73% desaprueba la gestión del ejecutivo y del presidente Santos, pero le va peor al Congreso y a la Rama Judicial con opiniones desfavorables del 84% y el 86% respectivamente. El campeonato del desprestigio lo tienen los partidos políticos, con 89%, peor incluso que la Farc, que tiene el 81% de imagen negativa.
Resulta lógico que si la mayoría está descontenta con la situación del país y desconfía del sistema y de los políticos que lo han administrado quiera cambios y salga a buscar otros candidatos para no seguir los mismos con las mismas.
Sergio Fajardo canalizó en un primer momento ese descontento, por su estilo diferente y por su mensaje y trayectoria de lucha contra la corrupción, pero por diversos factores Petro lo ha ido desplazando en las preferencias populares como alternativa para el cambio.
Lo que no resulta lógico es que la realidad de la situación económica y social del país es mucho mejor que la percepción subjetiva que tienen las mayorías. Así se puede comprobar con los indicadores de empleo, reducción de pobreza, vivienda o infraestructura; así lo ven los observadores y analistas internacionales que miran imparcialmente la situación del país.
Sin embargo, los avances objetivos en estos años han sido tapados por una intensa campaña de oposición al gobierno que ha calado en la opinión pública. Humberto de la Calle acertó cuando dijo que el Centro Democrático era el responsable de la subida de Petro, pues con su artillería mediática y noticias falsas logró “emberracar” a la gente y desprestigiar al gobierno, pero se les fue la mano y desprestigiaron también al Estado y sus instituciones. Sembraron vientos de discordia y están cosechando la tempestad de una oposición alternativa.
Lo paradójico es que el mismo Centro Democrático, que fue el autor de muchas de las políticas que deterioraron la situación de los trabajadores y protagonista de varios de los escándalos de corrupción, ahora quiera presentarse como la opción para frenar la amenaza que ellos mismos crearon.
La verdadera alternativa está en los dos candidatos progresistas que en las mismas encuestas registran la mayor opinión favorable: Humberto de la Calle y Sergio Fajardo. La alianza entre los dos no solo sería imparable en las urnas, sino que garantizaría seguir avanzando en la construcción de una sociedad justa, equitativa y en paz.