Dicen que el crecimiento potencial de la economía colombiana aumentaría casi dos puntos porcentuales si se logra la paz. Ante todo, convengamos que, a pesar de que el acuerdo ya esté negociado, todavía falta mucho para que Colombia alcance la paz.
Y no hablo solo de la incertidumbre que rodea el plebiscito. Me refiero a que, incluso si ganara el SÍ, el camino sería largo y culebrero. Aparte del complejo proceso que seguiría al desarme –amnistía y reinserción, o justicia transicional y cumplimento de penas– persistiría el reto de qué hacer con el Eln y los miembros de las Farc que optaran por seguir delinquiendo.
Con esas perspectivas gaseosas, casarse con una cifra no pasa de ser un ejercicio especulativo. Puede ser más útil tratar de identificar algunos procesos que se desencadenarían si el acuerdo llega a feliz término, en el marco de una economía que se está transformando estructuralmente.
Y es que un posible acuerdo de paz llegaría en medio de importantes cambios económicos que están en curso. El debilitamiento del sector minero- energético, que fue motor del crecimiento durante una década, ha traído consigo una nueva realidad cambiaria. Aunque haya oscilaciones de corto plazo, durante un buen rato el dólar estará más cerca de los 3.000 pesos que de los 2.000 que observamos por mucho tiempo.
Eso significa que los sectores transables de la economía, el agropecuario y el industrial, tendrán una ganancia de competitividad que los puede convertir en el nuevo jalonador del crecimiento, recolonizando el mercado interno y volcándose hacia las exportaciones. La mayor internacionalización de la economía colombiana también se verá fortalecida por la construcción de las vías de Cuarta Generación, que hará más barato exportar e importar.
Pero volvamos al potencial acuerdo de paz con las Farc. Sus principales efectos económicos serían regionales y no nacionales. La mayor ganancia de la recuperación de la seguridad en buena parte del territorio nacional se dio en la década pasada, cuando la inversión duplicó su participación como porcentaje del PIB. Lo que podría venir ahora sería la reducción de la violencia en zonas específicas: el nororiente y suroccidente del país, y algunos departamentos como Meta, Casanare, Vichada o Guaviare.
Considerando los cambios que están en curso y que contribuirían a una mayor internacionalización de la economía, es más fácil identificar los que podrían ser los grandes ganadores de un acuerdo de paz exitoso. La Costa Pacífica, liderada por la gran transformación que está teniendo el Valle, podría asumir por fin su vocación de puerta de acceso a Asia, el motor económico global del siglo XXI. La Altillanura y otras regiones fértiles de los Llanos podrían ver cómo la agroindustria alcanza por fin el potencial que no ha podido tener por el encierro logístico y la inseguridad. Y Norte de Santander podría salir de la encrucijada económica en la que se encuentra, pero para ello se requeriría solucionar el problema del Eln y la situación de Venezuela, y eso es mucho más difícil.
Mauricio Reina
Investigador Asociado de Fedesarrollo
columnista
¿Un nuevo país?
Dicen que el crecimiento potencial de la economía colombiana aumentaría casi dos puntos porcentuales si se logra la paz.
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Mauricio Reina
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