El crecimiento de la economía colombiana en el segundo trimestre, revelado esta semana por el Dane, puso a muchos a lanzar voladores.
Y razón no les falta: un dinamismo del PIB del 17,6 por ciento anual es sobresaliente, incluso teniendo en cuenta que el trimestre base de comparación, el segundo de 2020, fue el peor que ha tenido el país en mucho tiempo.
La cifra es positiva por lo menos en dos sentidos. Por un lado, ubica a Colombia entre las economías comparables que mayor vigor han tenido en su proceso de recuperación.
Colombia se ubicó en el quinto lugar entre los países con mayor dinamismo en el segundo trimestre, entre 17 miembros de la Ocde. Por otro lado, el crecimiento promedio para el primer semestre queda en 8,8 por ciento, una cifra que da un piso sólido a la posibilidad de que la economía crezca alrededor de 8 por ciento en el año completo.
(Para quienes crean que es poco aspirar a 8 por ciento en 2021, conviene recordar que en lo que queda del año seguramente el crecimiento será menor a esa cifra, en la medida en que la base de comparación, conformada por el tercer y el cuarto trimestre de 2020, fue mejor que el periodo abril-junio).
Pero así como hay motivos para celebrar tras el anuncio del Dane, también hay que destacar que las cosas habrían podido ser mejores.
Cuando se compara la actividad del segundo trimestre del año con la del primero, se observa una contracción de 2,4 por ciento. El que la economía haya tenido un crecimiento anual sobresaliente, pero a la vez una contracción de un trimestre a otro, significa que la recuperación sostenida que se venía registrando desde mediados del año pasado se frenó en abril.
¿La razón? La suma de confinamientos sectorizados, los efectos nocivos del paro y los bloqueos. Precisamente los sectores que más sufrieron en términos trimestrales fueron aquellos más afectados por estas circunstancias: el comercio y el transporte.
Eso pone de presente lo vulnerable que puede ser el desempeño económico a un nuevo pico de la pandemia o a nuevas protestas que puedan perturbar la actividad normal en lo que queda del año.
Pero hay otro aspecto negativo que vale la pena resaltar de los datos conocidos esta semana. En el segundo trimestre del año la economía colombiana profundizó su déficit comercial. Mientras las importaciones aumentaron a la par con la actividad económica, las exportaciones registraron un pobre desempeño.
Este es el resultado de las dificultades que ha tenido el sector petrolero para volver a elevar su producción, pero también revela la precaria situación del resto de la oferta exportable nacional, que de esta manera desaprovecha un momento estelar de la recuperación de la economía mundial.
Ojalá el ruido de los voladores no nos impida detectar las vulnerabilidades de la recuperación económica.
Mauricio Reina
Investigador asociado de Fedesarrollo.