El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de publicar sus proyecciones para la economía global y regional en medio de la crisis generada por el coronavirus.
De acuerdo con estas estimaciones, la economía colombiana se contraería este año 2,4 por ciento y volvería a crecer a una tasa de 3,7 por ciento en 2021. A pesar de la solidez técnica de los ejercicios del Fondo, es recomendable tomar esos números con cautela porque todavía hay muchas preguntas por resolver.
La magnitud de la incertidumbre se evidencia al revisar cómo han ido evolucionando las proyecciones de instituciones locales e internacionales en las últimas semanas.
Mientras hace un mes esos pronósticos indicaban que este año el crecimiento de la economía colombiana estaría entre -1 por ciento y 1 por ciento, ahora la mayoría se ubica entre -2,5 por ciento y -1 por ciento. Incluso ya hay quienes señalan que la caída este año podría ser mayor al 3 por ciento, y que la recuperación no sería como algunos la pintan.
Estamos en una situación inédita cuya evolución incierta hace que el instrumental prospectivo tradicional se quede corto. Una de las razones de esa limitación tiene que ver con los supuestos acerca de la resiliencia de la economía: una cosa es proyectar la actividad económica ante un choque de demanda más o menos convencional (como el que se dio por ejemplo en 2014), y otra muy distinta cuando hay de por medio quiebras empresariales y grandes aumentos del desempleo que profundizan las caídas y dificultan las recuperaciones.
Por eso la discusión clave en este momento es cómo será la forma de la curva que describe la caída y la posterior recuperación de la actividad económica. ¿Será una ‘V’, una ‘U’ o una ‘L’? Proyecciones como la del FMI corresponden a una 'V', donde hay una gran capacidad de recuperación de la economía una vez se ha superado el choque inicial.
En el otro extremo está la recuperación en ‘L’, donde los estragos del primer choque inicial sobre el tejido productivo y el mercado laboral son tan grandes que terminan sumiendo a la economía en una postración más duradera.
Las autoridades no pueden evitar el choque inicial, pero hasta cierto punto pueden moldear la forma de la curva.
Ante un impacto dado, un país estará más cerca de una ‘V’ mientras menos empresas se quiebren y menos trabajadores pierdan su empleo, lo que explica las cuantiosas ayudas tipo ‘bazooka’ que varios países están implementado, algunas superiores a 10 por ciento del PIB.
La mala noticia es que la estrechez fiscal pone a Colombia en otras ligas. En lugar de ofrecer ayudas masivas para enfrentar esos problemas (por ejemplo subsidiar abiertamente la preservación del empleo), el gobierno ha formulado políticas que invitan a las empresas a tomar créditos que, si bien tienen importantes garantías públicas, le quitarán a más de uno el ánimo de seguir adelante ante la incertidumbre inherente a la crisis.
De la efectividad final de estas políticas del Gobierno dependerá la forma de lo que vendrá.
Mauricio Reina
nvestigador asociado de Fedesarrollo.
mauricioreina2002@yahoo.com