VIERNES, 01 DE DICIEMBRE DE 2023

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Mauricio Reina

¿A las malas o a las buenas?

Mauricio Reina
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Mauricio Reina

Empecemos por lo fundamental: a Venezuela le conviene que el régimen bolivariano salga del poder.

Los quince años transcurridos bajo los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro han representado crecientes restricciones de los derechos políticos y las libertades democráticas, y la transformación de uno de los países más ricos de América Latina en una economía en crisis, con un aparato productivo arrasado y ahogado en la escasez.

Alguno dirá que ese ha sido el deseo de la mayoría de los venezolanos, que así lo han manifestado en las urnas.

Lo malo es que la insostenibilidad económica del modelo es evidente.

El arrasamiento de la capacidad productiva y el exceso de gasto del Gobierno se han traducido en una presión inflacionaria inmanejable y un colosal desequilibrio cambiario.

La inflación ya supera el 50 por ciento, las reservas internacionales cayeron 30 por ciento el año pasado y la tasa de cambio paralela es siete veces mayor que la oficial.

La imposibilidad de mantener este modelo significa que las perspectivas ni siquiera son buenas para los beneficiarios de la revolución bolivariana.

Los programas sociales que favorecen a segmentos pobres de la población y las cuantiosas rentas de las que se alimentan la boliburguesía tienen los días contados.

Así como es obvio que el régimen bolivariano debe salir del poder, no está claro cómo se debe dar el cambio.

En las últimas semanas ha cobrado fuerza un planteamiento según el cual la única opción es una salida abrupta de Maduro de la Presidencia, inducida por la presión social. Según esta visión, la reducción de los actos violentos que se ha registrado en los últimos días sería un retroceso en el proceso de debilitamiento del régimen.

Pero, justamente porque la situación de Venezuela es tan delicada, el camino a seguir debe ser el de la búsqueda de una transición institucional.

La razón está en la misma situación actual de Venezuela, caracterizada por la polarización y la fragmentación.

Mientras hace un año la oposición jalaba para el mismo lado, hoy está dividida. Entre tanto, Maduro es un presidente débil que no ejerce pleno poder sobre el Partido Socialista Unido de Venezuela, los mandos militares ni las facciones armadas de la población que dicen luchar por la revolución.

Agreguen ustedes el descontrol de una ciudadanía acorralada por la escasez y la inflación, y la conclusión es una sola: la estabilidad de Venezuela es cada vez más precaria.

En esas condiciones de inestabilidad, un cambio abrupto significaría el hundimiento en el caos, una situación que a lo largo de la historia de la humanidad ha favorecido a los que tienen las armas y no a quienes tienen la razón.

Nada garantiza que el camino institucional termine siendo exitoso para una oposición inconsistente y dividida, pero es mucho más razonable que tener que volver a armar un país a partir de las cenizas.

Mauricio Reina

Investigador Asociado de Fedesarrollo

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