La visita del Papa al país dejó cosas buenas, pero también malas, como el deterioro de la capacidad de discernimiento de algunos. Hablo de los que andan diciendo que, como Bogotá estuvo tranquila con la imposición del pico y placa todo el día, las autoridades deberían establecer esa restricción permanentemente.
Esa es una pésima idea, por varios motivos. El primero es que la experiencia de la semana pasada no es prueba de nada, porque fueron unos días completamente atípicos.
Con el partido entre Colombia y Brasil el martes, el día cívico por la misa del jueves y la gente pegada a sus televisores el miércoles y el viernes, todo anduvo a media marcha. Si la ciudad estuvo tranquila fue porque se trató de una semana santa en septiembre, y no por el pico y placa extendido.
Restringir el uso del automóvil durante todo el día, la mitad de los días del año, equivale a claudicar ante el problema de la congestión vehicular sin resolverlo. Adoptar decisiones prohibitivas como esa implica dejar de tomar otras mucho más razonables. Me refiero a resolver problemas asociados al mal uso del escaso espacio vial que tiene la capital.
¿Ejemplos? Los huecos que reducen la velocidad del tráfico, los buses que ocupan orondos dos carriles, los choques que tardan una eternidad en resolverse, los taxistas que duermen siesta en la esquina, los guardaespaldas que parquean la camioneta donde se les da la gana mientras la señora compra el pan, el senador cuadra un negocio o el magistrado vende un fallo.
Resolver esos problemas aumentaría el espacio vial disponible y agilizaría el tráfico, sin necesidad de restringir más el uso del carro. Por supuesto, es más fácil prohibir –solo requiere una firma– que resolver problemas, que exige idoneidad y eficiencia de la autoridad, pero la calidad de una política pública no se mide por su facilidad, sino por su eficacia y su eficiencia.
Además, hay que tener presente que el tipo de solución que se adopte genera una transferencia de recursos. Si se estableciera el pico y placa todo el día, quien haya comprado un carro en realidad habría comprado solo medio porque no podría usarlo la mitad del tiempo. Eso llevaría a que algunos trataran de comprar un segundo automóvil, lo que significaría una transferencia de recursos de los hogares a los vendedores de vehículos, sin que mejorara mucho la situación.
De ahí surge la idea de que los usuarios puedan pagar una suma anual para no tener restricción vehicular. De esa manera, el excedente que pagarían las familias para poder transitar no iría a manos particulares, las de los concesionarios, sino a las arcas públicas para que las autoridades tuvieran más recursos para resolver los problemas de los huecos, los buses que transitan en dos carriles y los taxistas en siesta. Lo malo es que ahora resulta que esta idea está congelada, mientras cada vez más gente propone entusiasmada el pico y placa todo el día. Lo dicho: se nubló el discernimiento.
columnista
Pague uno y lleve medio
Restringir el uso del automóvil durante todo el día, equivale a claudicar ante el problema de la congestión vehicular sin resolverlo.
POR:
Mauricio Reina
septiembre 14 de 2017
2017-09-14 09:17 p. m.
2017-09-14 09:17 p. m.
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