SÁBADO, 23 DE SEPTIEMBRE DE 2023

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Mauricio Reina
Columnista

Populismo sin chequera

Los populistas faltaron a clase el día en que se discutió el concepto de restricción presupuestal.

Mauricio Reina
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Mauricio Reina

A medida que avanza el proceso electoral, se empiezan a oír toda clase de propuestas sobre qué hay que hacer con la economía colombiana.

Algunas merecerán un análisis detallado en próximas columnas, pero mientras tanto conviene proponer una regla del juego: pongámosle precio a cada propuesta importante que se haga.

Esa práctica, deseable en cualquier campaña presidencial, es indispensable ahora que las necesidades abundan y el presupuesto escasea.

La abundancia de necesidades atiza los ímpetus demagogos, y una cosa es ser populista cuando hay plata y otra cuando el entorno exige austeridad.

Los populistas faltaron a clase el día en que se discutió el concepto de restricción presupuestal. Para ellos, ideas como la sostenibilidad fiscal, la capacidad de pagar las deudas o la estabilidad macroeconómica son simples obstáculos que hay que patear a un lado en su camino hacia el poder.

Fenómenos como el de Chávez, los Kirchner o Lula da Silva habrían sido imposibles sin el auge de los precios del petróleo o la soya. En contraste, el fin del boom de los commodities ha puesto de presente aspectos menos glamorosos del populismo como la escandalosa caída de Dilma Rousseff, la contracción de más 70 por ciento del PIB venezolano y los aspavientos dictatoriales de Daniel Ortega.

¿Y qué pasa cuando un proyecto populista trata de ser responsable fiscalmente? Se destruye a sí mismo. Ese ha sido el caso del gobierno argentino. Como tantos viejos conocidos latinoamericanos, Cristina Fernández se negó a aceptar que no gobernaría más y designó a Alberto Fernández como su sucesor, con ella como vicepresidenta, para tratar de replicar los años de oro del kirchnerismo.

El problema es que la chequera ya no estaba ahí. El modelo económico argentino de la actualidad consta de una sola idea: tratar de renegociar la inverosímil deuda de 45.000 millones de dólares que tiene con el Fondo Monetario. Eso, por supuesto, exige responsabilidad y austeridad, conceptos totalmente incompatibles con la esencia de los proyectos populistas.

El resultado quedó en evidencia hace un par de semanas, cuando el oficialismo sufrió una estruendosa derrota en las elecciones primarias previas a las parlamentarias de noviembre. Y mientras avanza la cuenta regresiva hacia esos comicios, toda la suciedad de la cocina de los Fernández ha salido a la luz pública.

La vicepresidenta Cristina se ha ido lanza en ristre contra el presidente Alberto, sumiendo al país en una fenomenal crisis política justo cuando la negociación con el Fondo exige coherencia y respaldo político.

El populismo es una de las cosas más graves que le puede pasar a un país, pero peor aún es el populismo sin chequera. Y no sobra recordar que el próximo presidente de Colombia tendrá que liderar un ajuste fiscal inédito, que más que duplica el monto de la reforma tributaria que acaba de aprobarse en el Congreso.

Mauricio Reina
Investigador asociado de Fedesarrollo.

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