JUEVES, 30 DE NOVIEMBRE DE 2023

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Mauricio Reina
Columnista

Primera pifia

A la administración distrital se le fueron las luces en un borrador de decreto que introduce dos modificaciones al día sin carro. 

Mauricio Reina
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Mauricio Reina

La alcaldesa Claudia López sigue anunciando nuevas medidas para el transporte en Bogotá, y aunque muchas parecen bien encaminadas, ya empezaron a aparecer pifias.

Entre los buenos anuncios, vale la pena destacar dos. El nuevo plan de obras de transporte, que propone extender el Metro de la calle 72 a la 100, desechar la idea de construir una troncal de Transmilenio por la carrera Séptima y desarrollar una línea de Regiotram por la carrera novena hasta Zipaquirá, luce ambicioso y razonable. También parece sensato que quien quiera quedar exento de pico y placa por seis meses, además de pagar 2’066.200 pesos, haga trabajo comunitario y reciba un curso para entender el impacto del uso del automóvil particular. No se trata solo de que quien tenga plata pague, sino que además entienda el sentido de las políticas públicas.

Pero a la administración distrital sí se le fueron las luces al publicar un borrador de decreto que introduce dos modificaciones al día sin carro que, como todos los años, tendrá lugar el próximo jueves 6 de febrero. Por una parte, aumenta la limitación a la circulación de carros particulares en una hora y media: tradicionalmente la restricción iba de 5 de la mañana a 7:30 de la noche, y ahora se propone extenderla hasta las 9 de la noche. Por otro lado, modifica la exención a la restricción que tenían todos los carros blindados, limitándola a aquellos adscritos a la Unidad Nacional de Protección.

Las autoridades se habían demorado en poner en cintura a los miles de bogotanos que habían decidido poner algún tipo de blindaje a su carro para esquivar las restricciones a la circulación. Ese es el caso típico de quien aduce tener una vulnerabilidad que no tiene, para recibir un tratamiento preferencial respecto a los demás: una práctica detestable.

Lo que no tiene presentación es ampliar la restricción hasta las 9 de la noche. Un día sin carro tiene tres posibles justificaciones, y esta extensión no es coherente con ninguna. La primera es inducir a los afectados a usar transporte público o medios alternativos. Como si no fuera evidente que el sistema de transporte público de Bogotá está totalmente desbordado, en este día sin carro ya ni siquiera existirá la alternativa de Uber. La segunda es reducir la contaminación de la ciudad. Sin embargo, hay que recordar que el año pasado la Universidad de los Andes reveló que en el día sin carro aumenta la contaminación en la capital, porque se incrementa el uso de vehículos que usan diesel, así que con la extensión de la restricción se empeora el problema.

La tercera es inducir en la población un cambio de hábitos que racionalice el uso del transporte y reduzca la congestión. Pues resulta que miles de bogotanos habían cambiado sus hábitos en el día sin carro, madrugando a desplazarse con su vehículo a las 4:30 de la mañana sin generar congestión, y ahora se verán penalizados al no poder volver a sus casas hasta después de las 9 de la noche. Un castigo evidente, sin ningún beneficio a cambio: una acción hostil contra la ciudadanía que no se había visto en esta administración.

Mauricio Reina
Investigador asociado a Fedesarrollo

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