“La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder” Así empieza Las venas abiertas de América Latina, aquel famoso libro que alguna vez leímos todos los que hemos tratado de entender los problemas económicos y sociales de nuestros países.
La difusión de este libro ha sido tan amplia, que ha vendido más de un millón de ejemplares y ha sido traducido a más de doce idiomas, cifras asombrosas para un texto latinoamericano que combina la historia económica con el análisis político. Incluso hace un par de años llegó a estar entre los diez libros más vendidos de Amazon, cuando Hugo Chávez se lo regaló a Barack Obama frente a millones de televidentes, en el marco de alguna cumbre regional.
Pero más allá de su éxito comercial, la mayor importancia de Las venas abiertas de América Latina radica en el rol que ha tenido en la formación de varias generaciones de seguidores de la izquierda en la región. Su autor, el uruguayo Eduardo Galeano, planteaba que los esquemas de extracción implementados durante la Conquista y la Colonia establecieron las bases de un modelo de desarrollo que se ha traducido en explotación y atraso en Latinoamérica. Por eso no es raro que las conclusiones del libro sean un manifiesto contra el capitalismo y el libre mercado, y que Galeano se haya convertido en un gurú para los militantes de la izquierda.
Pues ahora resulta que el gurú ha dado un reversazo histórico. Como lo reseña el New York Times, Eduardo Galeano se bajó del bus que él mismo puso en marcha hace más de cuarenta años. En una reciente feria del libro en Brasil, afirmó que es incapaz de volver a leer su famoso libro, porque a estas alturas su mente no toleraría la prosa tendenciosa de la izquierda tradicional. Incluso Galeano afirmó que cuando lo escribió no estaba preparado para abordar esta clase de temas, y que además le quedó mal escrito.
La autocrítica de Galeano es completamente respetable, y no solo no opaca su honestidad intelectual, sino que además la enaltece. Pero la diatriba contra una de las obras capitales de la izquierda latinoamericana, pronunciada por su propio autor, no es algo que se vea todos los días y que se deba dejar pasar como si nada.
Los comentarios de Galeano sobre su propio pasado son una crítica demoledora a los modelos políticos de la región que en las últimas décadas han destrozado principios económicos fundamentales (como la eficiencia, la competencia y la internacionalización) bajo sonoras consignas populistas. Galeano tenía 30 años cuando escribió el libro y ahora tiene 73, lo que significa que ha visto muchas más cosas después de escribirlo que antes de hacerlo. Sus reflexiones tienen la sabiduría de la experiencia, y no pueden ser ignoradas por un país como el nuestro, que está tratando de encontrar la mejor manera de saldar cuentas con su tortuoso pasado.
Mauricio Reina
Investigador Asociado de Fedesarrollo