Salvo en Estados Unidos, donde la situación económica parece estable e incluso mejorando, en el resto del mundo el año 2015 pinta maluco. En Colombia, nos tocará bailar con la fea. Los escenarios optimistas se han desvanecido e incluso los que creían que el tema no era grave empiezan a preocuparse.
Y es que las cifras son coincidentes. La inflación al consumidor (3,66 por ciento) estuvo por encima de lo presupuestado (3 por ciento) para el 2014. Pero lo más grave es la tendencia del Índice de Precios al Productor (IPP), que mostró un incremento del 5,6 por ciento en el año. Si tenemos en cuenta que el pico de devaluación se produjo en el último bimestre, y que, por lo tanto, su impacto sobre los bienes importados fue marginal, es de esperarse que la inflación repunte en el 2015.
Por ello, a diferencia de lo que sucede en Europa o Japón, es probable que en Colombia, en el curso del segundo semestre, veamos un repunte de las tasas de interés para compensar la tensión sobre los precios.
Malas siguen siendo las cifras de crecimiento de la industria que crece por debajo del ritmo de la economía, lo que confirma el profundo proceso de desindustrialización. Con ingenuidad, algunos creen que la mayor devaluación revertirá este proceso, sin entender que las causas del debilitamiento industrial están relacionadas con factores estructurales que ningún gobierno ha querido enfrentar y que el gremio sectorial ha decidido ignorar a cambio de subsidios parciales y cuotas de poder político.
Pero, sin duda, donde mejor se representa la debilidad de la economía colombiana es en las cuentas y flujos con el exterior. Las exportaciones cayeron a noviembre del 2014, 4,7 por ciento. El déficit de la cuenta corriente alcanzó un nivel máximo, pues, a septiembre del 2014, ya representaba un preocupante 4,6, como porcentaje del Producto Interno Bruto. Eso sin contar con el desplome del valor de las exportaciones minero-energéticas que se registró en el último bimestre del año. A septiembre del año pasado, la inversión extranjera directa había caído 4,8 por ciento agravando aún más el escenario de la balanza de pagos. Menos exportaciones y menos ingresos por inversión explican, en buena parte, el comportamiento de la tasa de cambio al final del 2014.
La perspectiva de un pronto repunte de los precios del petróleo no está en el escenario y, por lo tanto, los menores flujos financieros internacionales y de remesas tendrán que ser suplidos con más endeudamiento.
Todo es manejable si el Gobierno no sigue por el camino del populismo presupuestal. Colombia tiene un buen nivel de reservas internacionales (47.000 millones de dólares), una tasa de interés baja y un sistema financiero bien controlado. La debilidad del peso le dará un respiro al sector exportador, frenará las importaciones y abre un espacio para algo más de deuda externa.
Pero si el Gobierno sigue en su tren de gasto, insiste en aumentar los subsidios y cede a todas las presiones para mantener su frágil popularidad, la fea con la que nos tocará bailar este año se volverá horrible.
Miguel Gómez Martínez
Profesor del Cesa
migomahu@hotmail.com