En medio de mucha presión, la Junta del Banco de la República debe tomar una muy importante decisión sobre el nivel de la tasa de interés de intervención que se sitúa en un 13,25 por ciento. Dos posiciones están enfrentadas. El Gobierno y los principales gremios del país, Andi y Asobancaria, solicitan que el Emisor inicie el descenso de la tasa.
Pero la mayoría de los analistas económicos argumentan que la tendencia de inflación no ha cedido lo esperado y que todavía no es momento de ir relajando en materia de liquidez.
Se entiende la posición de los empresarios pues la última cifra del producto interno bruto fue preocupante (0,3 por ciento) y confirma un descenso continuo desde junio del 2022.
Las cifras preliminares de julio ratifican que la tendencia recesiva se mantiene.
Por su parte, la evolución de la inflación no es satisfactoria. No se puede concluir que sea definitiva. En el mes de agosto el resultado registrado fue un aumento del 0,7 por ciento.
En el mismo mes del 2022 había sido de 1,02 por ciento. En lo corrido del año la tendencia también es a la baja.Pero en la variación anual la conclusión induce a la prudencia pues agosto del 2022 la inflación era 10,84 por ciento mientras este año es todavía más elevada y se sitúa en un 11,43 por ciento. En cualquier escenario, la caída del Índice de precios al consumidor no ha sido la esperada ni es comparable a la que se observa en otras economías.
La resistencia de la inflación tiene mucho que ver con decisiones equivocadas del gobierno anterior que represó el aumento de la gasolina y prolongó las medidas para estimular la economía luego de la pandemia.
También refleja temas estructurales como la grave crisis de la infraestructura, los altos costos laborales, la baja productividad y el hecho incontrovertible de que nuestra economía es todavía muy cerrada.
Toda política que busque reducir la inflación impacta de forma negativa el crecimiento.
Lo que está frenando la inversión y el crecimiento no es la tasa sino el clima de incertidumbre política. Con un petróleo al alza, un fenómeno de El Niño que se anuncia fuerte y posibles dificultades en el abastecimiento de energía, el futuro inflacionario no es aún claro. Iniciar el descenso de las tasas sin una sólida evidencia de que la inflación estará bajo control es precipitado. “En la duda abstente” reza un sabio dicho español.
Tristeza: según Bloomberg, los ingresos de Colombia por exportaciones de cocaína serían de 18.200 millones de dólares, muy similares a los del petróleo. La producción de coca está en el máximo histórico de 1.738 toneladas, así como las hectáreas sembradas que superan las 230,000. Es en lo único que somos competitivos.
Miguel Gómez M.
Decano de Economía Universidad del Rosario
migomahu@gmail.com