La peor herencia económica del gobierno Santos fue en materia de productividad y competitividad. Ocho años sin políticas ni gestión se reflejan en el retroceso constante en los indicadores internacionales que miden el desempeño de los países en estos campos.
El Institute for Management Development (IMD), las mediciones del Foro Económico Mundial y el índice Doing Business del Banco Mundial, que son las referencias internacionales, confirman el muy mal estado de la economía colombiana en estos temas fundamentales.
En el indicador conjunto del IMD, Colombia ocupa en el 2018 el puesto 58 entre 63 países. En el 2014 estábamos en el puesto 51. En las mediciones ponderadas del Foro Económico Mundial, nos situamos este año en el lugar 60 entre 140 naciones, perdiendo tres puestos con respecto al 2017. En el informe del Banco Mundial (Doing Business) nuestra evolución es aún más preocupante, pasamos de un pobre lugar 51 en el 2016 a un muy mediocre puesto 65 entre 190 economías. Difícilmente se puede obtener un panorama más coincidente en materia estadística. El retrovisor muestra una imagen de fracaso sin atenuantes.
Nada de esto se puede corregir en 100 días de gobierno, ya que es el resultado de la inacción y los errores cometidos en los últimos 100 meses de la administración anterior. Por ello, el gobierno de Iván Duque debe centrar su esfuerzo en corregir esta dramática tendencia. Sin productividad ni competitividad no es de extrañar los mediocres resultados obtenidos en materia de crecimiento.
Las prioridades del gobierno tienen que enfocarse en las áreas más críticas. Cuando se analizan los resultados del Doing Business, los peores indicadores se obtienen en cumplimiento de contratos, pago de impuestos y comercio exterior. La justicia, que no se deja reformar, nos tiene en el dramático puesto 177 entre 190 países por la lentitud e inseguridad jurídica. El derrumbe de nuestro sistema judicial es total y se refleja en que acompañamos a Etiopía, Burundi, Haití, Somalia, Yemen, Angola y Libia como coleros de la clasificación. Así no les guste a los políticos, periodistas, sindicalistas y a muchos economistas, el tema impositivo es urgente, pues la carga y la incoherencia del sistema tributaria nos tiene hoy en el puesto 146 a nivel mundial, lo que se traduce en el modesto apetito de la inversión extranjera por el país. Y en los temas de comercio exterior, hace bien el Ministerio en enfocarse en los asuntos de tramitomanía, que pesan mucho en la agilidad de los negocios. En la facilidad de crear empresa estamos en el puesto 100 y retrocediendo, por mencionar uno de los criterios relacionados con la empatía institucional hacia el sector empresarial.
El gobierno anterior nunca entendió que los asuntos de productividad y competitividad son, por definición, transversales. Se trata de temas gruesos: infraestructura física, logística, capital humano, integración tecnológica, modernización y transparencia administrativa. Poco tienen que ver con temas cosméticos como misiones internacionales de amigos del gobierno, imagen país o diplomacia comercial, a los que se destinaron presupuestos colosales sin mayores resultados.
Recuperar lugares en las clasificaciones internacionales en materia de productividad y competitividad es una responsabilidad del gobierno en su conjunto. Hay que hacer la tarea que no hizo en los pasados 100 meses.
Miguel Gómez Martínez
Asesor económico y empresarial
migomahu@hotmail.com