“¿Cómo así, no es lo mismo social y popular?”, me preguntó mi interlocutor. “Las medidas sociales siempre son populares” me insistió. Sin duda reflejaba la idea, muy compartida, según la cual “lo social” es para apoyar a los menos favorecidos mientras “lo económico” es en beneficio de los poderosos.
Es una vieja falsa dicotomía que inspira todas las políticas de redistribución y subsidio.
La verdad es que no necesariamente lo social es lo popular.
Popular puede ser disminuir la jornada laboral sin bajar los sueldos. Pero, en términos sociales, la consecuencia es que más personas no tendrán acceso a un trabajo formal porque, sin un aumento simultáneo de la productividad, lo único que sucederá es un aumento de los costos de las empresas que ofrecerán menos puestos de trabajo.
Popular es ofrecer bienes y servicios gratuitos. Pero no necesariamente es social si, quienes pueden pagar por ellos, no lo hacen y lo trasladan a poblaciones que no deberían estar asumiendo esos costos.
Popular es aumentar el subsidio para los desempleados. Social es fomentar una política de crecimiento que permita eliminar el desempleo.
Popular es otorgar crédito subsidiado. Social sería estimular una cultura de ahorro que permitiera que cada cual construyera su patrimonio con el fruto de su trabajo.
Popular implementar la educación gratuita. Social es que sea de calidad para que se traduzca en una verdadera llave que le abra a los estudiantes posibilidades de trabajo y bienestar.
Popular es expropiar a los ricos. Social es construir una nación de propietarios y empresarios.
Popular es promover subsidios. Social es implementar políticas que los hagan innecesarios porque el mercado abastece las necesidades de todos.
Popular es subir los salarios de forma desmedida para satisfacer el apetito insaciable de los sindicatos. Social es evitar que la inflación se coma el poder adquisitivo de la moneda que castiga sobretodo a los pobres.
Popular es aumentar los programas estatales de gasto. Social es evitar que la corrupción se los robe.
Popular es subirle los impuestos a los ricos. Social es que los ricos generen empleo, ingreso y bienestar para el mayor número de ciudadanos y puedan pagar los impuestos.
Popular es bajar el precio de la gasolina. Social es proteger el medio ambiente.
No todo lo popular es social. No todo lo social es popular.
Asimilar los dos conceptos es muchas veces arbitrario. La obsesión de gobernar con apoyo popular conduce inevitablemente a la demagogia. El énfasis social permite matizar algunas políticas que requieren tiempo y estabilidad para poder presentar su impacto positivo. Lo social es pensar en el bienestar estable del país. Lo popular es pensar con un ojo en las próximas elecciones.
Los grandes estadistas han entendido a cabalidad que lo popular es pasajero y que lo social es perdurable.
Miguel Gómez Martínez
Presidente de Fasecolda
migomahu@hotmail.com