El PhD Mauricio Velásquez, profesor de la Universidad de los Andes publicó un cuadro, en su cuenta de Twitter, donde explica la polarización que existe en el país y como desde las orillas de la izquierda, la derecha o el centro se descalifica al que no piensa igual. Aquí lo pueden ver https://nicola-stornelli.tumblr.com/
La “facebukización” de nuestra sociedad con una población que son analfabetos funcionales, en su mayoría, más los altos índices de analfabetismo digital hacen que las personas vean con anteojeras de caballo de carreras: solo ven hacia donde les indican.
La profesora Shoshana Zuboff en su enjundioso trabajo de investigación “La Era del Capitalismo de la Vigilancia” (Editorial Paidós, primera edición en español, octubre 2.020) nos muestra que el sueño de una Sociedad de la Información que debía dar paso a una Sociedad del Conocimiento se ha convertido en una quimera por la perniciosa influencia de las redes sociales. Ya lo había advertido en la columna “Una sociedad facebukiada” (https://bit.ly/3mvGLAc).
Allí arranco diciendo: “Hace muchos años dije que el gran mérito de Facebook es que nos ha permitido poder hurgar en la vida de los demás sin que nadie se percate. Es una gran ventana oculta que nos permite ver sin ser mirados.
Esa es una actitud atávica en el ser humano. Más allá de pergaminos y títulos, de ser seres especiales, en lo intelectual o académico, cuando nos sentamos entre amigos, entre pares, nos gusta curiosear, chismosear, acerca de la vida de los demás y no hay nada de malo en ello. Zuckerberg lo descubrió y lo potenció en la ya famosa y ubicua red social”.
Hoy la valía de una persona o entidad puede quedar reducida a cenizas si un mensaje se vuelve viral, así sea tendencioso que según la Real Academia de la Lengua es “Que manifiesta parcialidad, obedeciendo a ciertas tendencias, ideas, etc.”
La condena impuesta a la llamada “influencer”, Daneidy Barrera, más conocida como Epa Colombia, dio para discusiones larguísimas y, perdónenme, aburridoras, por el tan bajo nivel de la discusión que en algún momento podría haberse pensado que somos un país esquizofrénico.
Un respetado columnista de El Espectador se refirió con sorna acerca de un comentario en una columna mía del año pasado donde celebraba la alegría de Karen Abudinen por la adjudicación de la licitación que en estos días anda tan cuestionada.
Incluso dos buenos amigos me hicieron saber comentarios de mala leche de encumbrados personajes por esa misma columna. Piensan que además de lambonería refleja mi desconocimiento del tema. Nada más alejado de la realidad.
Sigo creyendo que el proyecto y la licitación fueron bien estructurados pero lo que nadie se esperaba es que un miembro de la unión temporal, que se ganó una parte de la licitación, saliera mañoso e intentara defraudar al Estado.
¿Quién denunció ante los organismos de control la aparición de una garantía falsa? Fue la ministra Karen Abudinen pero han ido desenvolviendo el ovillo de los miembros de la unión temporal que pretendió estafar la buena voluntad de la ministra y han construido una narrativa en donde queda la sensación que Iván Mantilla (el vice que estructuró el proyecto) y Karen Abudinen fueran los tramposos.
Un periodista de Valledupar, al referirse a un escandalo en un pueblo cercano, dijo que han formado un Cartel del Bochinche y como en la canción de Celia Cruz “Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga, le echó a burundanga…”
He visto comentarios en redes sociales de destacados periodistas del sector de la tecnología en donde se ve que repiten como loros; no han ahondado en los detalles. Y hay otros que obedecen a una narrativa con intereses políticos en destruirle la carrera a una estrella en ascenso.
Siempre he defendido con orgullo mis raíces y por eso, sin apasionamientos que me hagan perder mi objetividad, he defendido la gestión del ministerio cuando toca y mucho más ahora con una costeña al frente. Lo hice con otros ministros que no eran costeños y también los critiqué cuando tocó. Igual lo haré con mi coterránea.
El día que toque la criticaré. Ese es mi deber y es lo que me ha mantenido aquí en estas páginas.
Dirán algunos que estoy siendo laxo y poco objetivo pero lo que yo sé es que ella fue la que denunció el hecho. Que luego hayan salido a relucir detalles non sanctos de los miembros de la unión temporal, no es problema de ella.
Si así fuera, apague y vámonos porque no podría entonces abrirse una licitación sin un estudio previo de la genealogía de cada empresa. Menuda tarea para los ordenadores del gasto. Olvidémonos del principio de la buena fe.
Nicola Stornelli García
Analista e Investigador de Tendencias Digitales
Twitter @puertodigital