Debo decir que ha sido una agradable sorpresa la cantidad de jóvenes tecnócratas en el gabinete del presidente Iván Duque. En Valledupar y el Cesar estamos de plácemes con los nombramientos de Jonathan Malagón como ministro de Vivienda, Luis Alberto Rodríguez, viceministro Técnico en la cartera de Hacienda, Juan Miguel Villa Lora, viceministro de Trabajo y de Juan Manuel Daza Iguarán, viceministro del Interior.
Nunca habíamos tenido tan alta representación en el gobierno nacional. Y todos menores de 40 años. Con dos datos adicionales: Malagón se convierte en uno de los ministros más jóvenes en la historia reciente del país. Luis Alberto Rodríguez, además de ser el más joven, tiene el honor de ser el primer costeño que llega a tan alto cargo en la historia del MinHacienda. Ese cargo estaba reservado para lumbreras de las urbes más importantes del país.
Pero voy a hablar es de Silvia Constaín, la flamante ministra de las TIC, una cartera de enorme relevancia y con un grueso presupuesto, que el portal La Silla Vacía se atreve a calificar como un ministerio de tercera categoría. Eso denota lo mal que andamos de análisis social y político, por no decir económico, acerca de la importancia y transversalidad de las TIC y las telecomunicaciones hoy en el mundo. Pero tampoco vengo a criticar a dicho portal. A los analistas y comentaristas políticos y a los que estamos en este sector, nos llamó mucho la atención que, aparentemente, la nueva Ministra no tenía cuenta en Twitter, la red social más utilizada por los políticos hoy en día. Al momento de escribir esta columna, sigue activa la cuenta del usuario @SConstain abierta en noviembre de 2012 en Estado Unidos, y que muchos la atribuimos a la ministra, la cual es privada y no tiene un solo seguidor y ni un tweet hecho. Recién fue designada, apareció ya con una cuenta @ConstainSilvia que dice que se unió en julio de este año y ya lleva más de 6.000 seguidores, entre esos, yo y tiene dos tweets al momento de escribir esta columna.
Reitero que varios líderes de opinión y medios mostraron con extrañeza que la ministra Constain no tuviera cuenta en Twitter. Para alguien que viene de haber trabajado con Facebook y Apple, sonaba más raro. La verdad, yo la quiero felicitar. No soy un enemigo de las redes sociales. Las utilizo y, confieso, a veces peco por exceso. Y ese es el problema. Lo adictivas que se han vuelto las redes sociales y –me van a llover rayos y centellas– lo poco que aportan para el crecimiento intrínseco de las personas. De hecho, estoy absolutamente convencido de que Facebook embrutece. No creo que per se lo haga, pero, infortunadamente, cuando no hay un buen nivel de escolaridad, acompañado de un buen nivel de lectura, los usuarios de dicha red terminan convirtiéndola en su principal fuente de información y diciendo la barbaridad del lugar común: “Lo leí en Facebook”.
Creo que Facebook y todas las redes sociales, bien utilizadas, ayudan a incrementar tu nivel de información y conocimiento. El problema es que la mayoría de las personas, por lo menos es lo que parece, de acuerdo a las investigaciones hechas hasta ahora, se conecta a Facebook es para darle gusto a nuestro más atávico placer: mirar la vida del vecino, desde nuestra ventana. Y eso es Facebook, una inmensa ventana para fisgonear en la vida de los demás. En la tesis doctoral ‘La identidad de los jóvenes españoles en Facebook. ¿Qué comunican los universitarios en la red social?’, de Lizette Martínez Valerio, presentada a la Universidad Complutense de Madrid, un trabajo enjundioso de los más profundos que conozco acerca del tema, se nota cómo el uso académico de Facebook es muy bajo aún. La gente la prefiere para chismosear.
Por eso y porque creo que ya hay suficiente evidencia acerca de lo adictivas que pueden ser las redes, valoro mucho cuando alguien no las usa. No me parece un cavernícola o un rezagado digital. Tengo varios amigos que son unos avezados usuarios de la informática y las telecomunicaciones que no tienen o utilizan muy poco las redes sociales.
Todo eso, repito, me agradó de la ministra Constaín. Pero no está de más recordarle que hay unos retos enormes en banda de 700 Mhz, regulador convergente, Superintendencia de las TIC, política de banda ancha fija, nuevo proyecto inteligente, etc. De los cuales iremos hablando, poco a poco. Espero que nos dé luces acerca de su gestión. Y lo más importante hacerle entender al país que las TIC y las telecomunicaciones son transversales al desarrollo de la humanidad hoy, y que el MinTic no puede ser considerado un ministerio de tercera. ¡Por favor!
Nicola Stornelli García
Analista e investigador de las TIC