Estados Unidos acostumbraba importar sus necesidades de materias primas y petróleo procedentes de países del tercer mundo, y sus necesidades de productos manufacturados, principalmente provenientes de otros países ricos como Canadá, Naciones Europeas y Japón.
Pero recientemente los norteamericanos están trayendo productos manufacturados crecientemente de países del tercer mundo, y menos de otras economías avanzadas.
Desde el punto de vista de la economía mundial como un todo, y especialmente las economías de naciones más pobres, el incrementado comercio entre países de altos salarios y los de bajos salarios es claramente una buena cosa. Lo más importante es que las nuevas corrientes de comercio, ofrecen a economías atrasadas una esperanza de moverse hacia arriba en la escalera de ingresos.
Sin embargo, para los trabajadores norteamericanos la cosa es a otro precio. Es innegable evitar concluir que el comercio entre Estados Unidos y los países del tercer mundo, reduce los salarios reales de muchos y tal vez de la mayoría de los trabajadores norteamericanos. Esta realidad hace que la política sobre comercio se dificulte.
El comercio entre países con altos salarios tiende a ser una ganancia modesta para casi todos ellos. Cuando un pacto de libre comercio hizo posible integrar las industrias de Estados Unidos y Canadá en los años 1960, las industrias de cada país se concentraron en producir una gama de productos menos diversos y producirlos en gran escala. El resultado ha sido un incremento de las dos industrias en productividad y salarios. Por contraste, el comercio entre países en diferentes niveles de desarrollo económico tiende a crear una amplia gama tanto de ganadores como de perdedores.
A pesar de que el outsourcing de puestos de empleo a India ha causado alarma, en principio, en resumidas cuentas, los trabajadores altamente educados en Estados Unidos se benefician de salarios más altos y mayores oportunidades, debido al comercio exterior. Por ejemplo, los computadores Notebook de Thing Pad son hoy hechos por una empresa china, Lenovo, pero un mundo de la investigación y desarrollo de Lenovo está conducido en el estado de Carolina del Norte, Estados Unidos.
El problema hoy es que estos efectos no son modestos, porque las importaciones de bienes manufacturados desde el tercer mundo han crecido dramáticamente, de solo el 2,5 a 6por ciento en el 2006.
Hay algunos efectos calificativos en este relato, según Paul Krugman del New York Times. Por ejemplo, muchos de los productos hechos en China contienen componentes hechos en Japón y otros países de altos salarios. Aún así, no hay duda que la presión de la globalización sobre los salarios en Estados Unidos ha aumentado.
Krugman anota que él no está haciendo proteccionismo. Dice que aquellos que piensan que la globalización es una mala cosa están equivocados. Por el contrario, mantener los mercados relativamente abiertos es crucial para las esperanzas de billones de personas.