Este año presenta diversos desafíos que debemos atender responsablemente; también se presentan variadas oportunidades para corregir errores y estimular fortalezas y talentos que tiene Colombia.
Actuemos correctamente con nuestra misión: padres de familia, el gerente, el educador, el gobernante, contribuyendo al progreso y bienestar colectivo, sirviendo como instrumentos de paz, no de odio. En esta tarea es fundamental la educación con calidad, pertinencia y valores ciudadanos.
Nuestra Constitución (Art. 95) señala: “La calidad de colombiano enaltece a todos los miembros de la comunidad nacional. Todos están en el deber de engrandecerla y dignificarla... Son deberes de los ciudadanos: respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios. Obrar conforme al principio de solidaridad social. Defender y difundir los derechos humanos como fundamento de la convivencia pacífica. Participar en la vida política, cívica y comunitaria del país. Propender por al logro y mantenimiento de la paz...”.
Colombia presenta un ambiente de desesperanza y de zozobra, dado el alto grado de desprestigio de nuestros dirigentes en las tres ramas del poder público y el indignante incremento de la corrupción publico/privada. Hay personas que no ven nada positivo, todo es negativo, no hacen el esfuerzo de contribuir a solucionar las dificultades. Hay certeza de que con personas negativas/ resentidas no progresa una familia, una empresa, un país…
Este año decidiremos con nuestro voto el destino de Colombia para los próximos cuatro años. Inmensa responsabilidad que nos obliga a participar acorde con nuestra conciencia, no a intereses particulares.
Si nuestro voto está motivado por el odio, el rencor, el sectarismo, el fanatismo, es muy probable que nos equivoquemos, con nefastas consecuencias.
En la democracia, en una comunidad civilizada, las grandes decisiones se toman respetando las normas preestablecidas y acatando los resultados que se obtienen mediante el voto libre y secreto del ciudadano.
Elijamos dirigentes preparados y honestos, confiables, que no acuden a la mentira y a la calumnia. Necesitamos líderes que nos reconcilien, que tengan autoridad moral y coraje para enfrentar a las temibles mafias de la corrupción y la politiquería, responsables de la corrupción que nos avergüenza y del debilitamiento de nuestras instituciones.
Algunos afirman que no hay por quién votar, que todos son iguales. Gente buena y preparada hay en todos los partidos, regiones, razas, religiones... Abstenernos de sufragar es lo que más les conviene a las organizaciones delincuenciales y corruptas que aprovechan las dignidades de la democracia para enriquecerse. Con ellas no hay futuro ni se fortalece la democracia, ni se derrota la pobreza, ni mejora la economía.
Tarea: elegir la mejor propuesta para la presidencia de la República, y excelentes congresistas.