En América Latina los grandes promedios de los indicadores socioeconómicos siguen ocultando enormes y persistentes desigualdades territoriales, lo cual mantiene a nuestra región como una de las más desiguales del mundo, junto a África. Lamentablemente, la realidad colombiana no es diferente a este diagnóstico.
Entre 2005 y 2014, la tasa de mortalidad infantil en el departamento de Guainía, uno de los más rezagados en Colombia, se redujo de 40,4 a 15 muertes de niños menores de un año por cada mil nacidos vivos. La brecha de género en participación laboral disminuyó en 88% de los departamentos del país, entre 2008 y 2014. Sin embargo, entre 2005 y 2014 la Tasa neta de matrícula en secundaria retrocedió sólo en el 42% en los departamentos.
Cifras como estas exhibe el Informe Latinoamericano sobre Pobreza y Desigualdad 2015 - Género y territorio (www.informelatinoamericano.org), investigación de Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural con el apoyo financiero de IDRC y FIDA, y que examina en Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua y Perú, 27 indicadores en seis dimensiones socioeconómicas (salud, educación, seguridad ciudadana, ingresos/pobreza, dinamismo económico y empleo e igualdad de género) para describir la evolución de brechas territoriales y su impacto sobre las desiguales posibilidades de desarrollo de los territorios.
La primera versión del informe analizó las desigualdades territoriales en cuanto a las capacidades de sus instituciones. En 2013, investigó factores que subyacen al empleo de calidad en los territorios. El informe 2015 analiza las desiguales posibilidades de las mujeres de generar ingresos de manera autónoma y de participar del mercado laboral en los territorios de los países explorados, apoyado con el estudio de casos específicos de éxito en este ámbito en El Salvador, Chile y Colombia, donde se exploraron los territorios de Bajo Cauca y Nariño.
"El informe es concluyente respecto
de la desventaja que significa para
las mujeres vivir en zonas rurales".
Una de las mayores inequidades territoriales en América Latina es la de género. Además de la falta de oportunidades a las que las mujeres colombianas se ven enfrentadas en muchos ámbitos, los problemas que ellas deben solucionar para generar ingresos de manera autónoma y de participar del mercado laboral se distribuyen de manera muy desigual entre los diversas regiones, lo que no solo afecta la calidad de vida de quienes viven en áreas rezagadas, sino que al conjunto de los procesos de desarrollo nacional.
La evidencia muestra que el territorio es un factor relevante al momento de definir las brechas de género en la capacidad de generación autónoma de ingresos, en particular, en lo que tiene que ver con su estructura productiva y si este es fundamentalmente urbano o fundamentalmente rural. En territorios en los que predominan mercados dinámicos con sectores económicos de alta productividad, una mejor distribución de la capacidad de agencia entre diversos grupos sociales y políticas públicas, tendientes a facilitar la integración económica de las mujeres, contribuyen a incrementar las oportunidades para ellas.
En este contexto que enfrentamos en la actualidad, es clave que las políticas públicas que buscan impulsar el empoderamiento económico de las mujeres colombianas consideren integradamente sus características individuales y las dinámicas territoriales en que estas se encuentran insertas. Se necesitan políticas que ayuden a disminuir el costo de oportunidad de las mujeres a trabajar, otras que apoyen el trabajo asociativo femenino y contribuyan a generar instrumentos de apoyo a las actividades productivas de las mujeres que superen la lógica de subsistencia.
Asimismo, dirigir acciones a intervenir los sistemas de género, es decir, no solo dirigidas a las mujeres, sino también a hombres, para evitar, por ejemplo, la discriminación o la violencia de género.
"Se necesitan políticas que ayuden
a disminuir el costo de oportunidad
de las mujeres a trabajar".
Estos temas son claves en la agenda política, económica y social de Colombia, que por estos días presta especial atención a las zonas rurales del país. La evidencia que entrega el informe latinoamericano sobre Pobreza y Desigualdad 2015 - Género y territorio es concluyente respecto de la desventaja que significa para las mujeres vivir en zonas rurales. No se trata solo de políticas públicas para fortalecer activos individuales, sino de conjugarlas con otras políticas para mejorar oportunidades en los territorios.
Promover la igualdad de género es clave para mejorar las condiciones de vida en América Latina y también es un desafío estratégico para aportar al cierre de brechas territoriales en los países de nuestra región.
Junto con agradecer a todos quienes han colaborado en la elaboración de este informe, invitamos a leer nuestra investigación y a compartir sus contenidos, reflexiones y sugerencias para mejorar las condiciones de vida de todos los habitantes de América Latina.
En Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural estamos cumpliendo 30 años comprometidos con el desarrollo y la equidad territorial de América Latina, convencidos de que el enfoque territorial es más eficaz en la reducción de las brechas y de que a través de esto se pueden mejorar las condiciones de vida de quienes habitan los territorios latinoamericanos.
Actualmente, en los países que integran nuestra América Latina no da lo mismo dónde se nace, y con un trabajo en red con todos los actores y sectores queremos ser un aporte para cambiar esta situación.
Ignacia Fernández
Directora Ejecutiva de Rimisp- Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural