Dos cosas graves le podrían suceder a Colombia en los próximos meses en materia de fracking. Una sería la de seguir el ejemplo del Reino Unido, hacer fracking con condiciones de imposible viabilidad. Y la otra, como sucede con otros países, posponer la decisión de dar vía libre a la búsqueda y explotación de gas de esquisto o shale gas de forma segura, vigilada y regulada.
La revolución del shale gas en Reino Unido, prometida por David Cameron hace siete años, ha sido declarada muerta con la renuncia de Natascha Engel, la ‘zar del fracking’. Según ella, los medioambientalistas ‘fundamentalistas’ han sido los ganadores en cabildeo. Más preciso sería decir que es el país el que ha perdido. Su última afirmación lo resume bien: “se está desperdiciando una industria perfectamente viable y dispuesta a cumplir con todos los protocolos regulatorios de seguridad, amables con el medioambiente”.
Lo curioso es que la tajante renuncia se produce al tiempo que el Gobierno británico publica un informe de su Comité de Cambio Climático detallando cómo el Reino Unido ha podido reducir (y las llevará a cero) sus emisiones de carbono. Esto, gracias al impulso a las energías renovables y a su apuesta de incrementar el uso del gas como fuente de electricidad y para calentar el 85 por ciento de los hogares. Es claro que sin el gas de esquisto no podría conseguir tales metas por ser el principal sustituto del carbón.
Lo que los adversarios desean es que no se sustituya las declinantes reservas del Mar del Norte, produciendo el gas en territorio británico. Sin reparar que comprarlo a terceros, Estados Unidos, equivale a incentivar su producción sin el beneficio lateral de fortalecer la política económica y presupuestal. Así se diga que lo que funciona en las vastas llanuras de Texas y Dakota del norte puede no ser adecuado para el Reino Unido, más densamente poblado, el shale gas va en aumento a nivel mundial, que cada vez mejora la tecnología y disminuye las ‘externalidades negativas’ que aducen los defensores del medioambiente.
A pesar de que el apoyo público al fracking en el Reino Unido es de solo 15 por ciento, el desarrollo de la industria no se había estancado, pese a las protestas locales, sin los exagerados temores generados por las afirmaciones de que el fracking provoca terremotos. Las empresas involucradas en desarrollar esta técnica en el Reuno Unido (principalmente Cuadrilla e Ineos), han sorteado favorablemente todas las críticas de los medioambientalistas con relación a la seguridad de la operación, el consumo de agua, potenciales químicos cancerígenos, contaminación de ruido y empleos realmente creados. Menos una: los temblores de tierra causados por el fracking. Las protestas del movimiento de ‘Emergencia por el cambio climático’, que se ha tomado puentes de autovías principales e incluso una línea de tren, lograron introducir el tema sísmico y hacer retroceder al gobierno conservador (‘Tory’) en esta materia. Incluso las credenciales ecológicas del Partido Laborista también han sometido a escrutinio y ‘forzado’ a tomar parte de mayores restricciones antisísmicas. Fruto de ello, ambos partidos apoyaron la iniciativa de no reconsiderar el límite de temblores, que es de 0,5 en la escala de Richter.
Vale anotar que un temblor de 0,5 es mucho más débil que el impacto que una persona ocasiona al caminar por el techo de un bus en movimiento. En el Reino Unido, si un frack desencadena un temblor de 0,5, los operadores deben detener la operación por 18 horas. Cuadrilla no pudo completar las pruebas de un promisorio pozo de exploración de gas de esquisto en un sitio cerca de Blackpool por, supuestamente, haber provocado una serie de temblores de tierra superior a 0,5. La empresa sostiene que es literalmente imposible producir gas comercialmente dentro de tales reglas. Ineos ya ha advertido que abandonaría sus planes de fracking en el Reino Unido a menos que se relajen las reglas sobre sísmica.
Lo grave es que el tiempo se está agotando para la industria de fracking en el Reino Unido, y también en Colombia. El primer país tiene dos problemas por resolver: sustituir sus reservas declinantes de gas y cumplir sus aspiraciones de ‘desterrar’ el carbón después de haber sido su principal consumidor mundial en épocas pasadas. Colombia también tiene dos problemas: crear una fuente de consumo (gas domiciliario, trasporte, cogeneración industrial) y abrir un nuevo sustituto al petróleo declínate como generador de divisas. Timing, como dicen los empresarios americanos, es más importante que el recurso o el propio dinero.
Si queremos emular el éxito de Estados Unidos, que lo ha transformado en el mayor productor de energía del mundo en la última década, bombeando más petróleo que Arabia Saudita o Rusia, hay que acelerar el timing. El gas ofrece el potencial de ser fuente de energía doméstica, para el sector eléctrico y crear nuevos empleos bien remunerados. El papel del Gobierno consiste en asegurar que las regulaciones actuales y los nuevos consejos de la Comisión de Expertos logren el equilibrio adecuado para garantizar que la industria pueda desarrollarse, al tiempo que avale que todas las operaciones se realicen de manera segura y responsable; social y ambientalmente.
Rodrigo Villamizar Alvargonzalez
Exministro de Minas y Energía