El cierre del primer semestre del año trae consigo para las empresas toda una serie de evaluaciones respecto al resultado parcial alcanzado, y de ajustes a sus planes para el segundo semestre, con el fin de lograr sus objetivos en el consolidado de los 12 meses.
De hecho, algunas hacen un ejercicio que recibe diversos nombres, entre ellos revisión o evaluación de la estrategia (viene de la expresión inglesa strategic review) desde dos perspectivas: formulación y ejecución.
La estrategia no es algo que las organizaciones redefinan a profundidad con frecuencia, menos aún en periodos tan cortos como un semestre. Sin embargo, es saludable darle una mirada crítica de manera regular.
Siempre será prudente validar que ella sea clara y siga siendo factible, y que el nivel de entendimiento de la misma por parte de quienes la ejecutan sea el adecuado. Así mismo, es de la mayor importancia considerar si aquellos supuestos sobre los cuales está soportada siguen vigentes o si es necesario incorporar algunos nuevos, o descartar otros que se hicieron obsoletos. La dinámica de los competidores, cambios en la legislación, eventos económicos o políticos, son algunos de los supuestos que pueden implicar ajustes.
Los supuestos respecto al entorno son dinámicos, y también aquellos relacionados con las organizaciones mismas. Ellas en el tiempo aprenden, maduran y se desarrollan, y es así como nuevas experiencias y el fortalecimiento de capacidades les permiten ajustar su estrategia.
Cambios internos negativos también pueden tener implicaciones estratégicas, desde la situación financiera hasta la terminación de una alianza o la pérdida de un cliente clave. Desde esa mirada al entorno, y hacia el interior, es posible identificar oportunidades para refrescar la estrategia, mantenerla alineada con la realidad y construir nuevos acuerdos en el equipo gerencial y con las juntas directivas sobre su enfoque y prioridades de gestión.
Evaluar la ejecución es igualmente importante. Los resultados de una organización son la expresión visible de esta , y en el espacio de revisión la conversación gira alrededor de aquellos elementos que han facilitado o retrasado el logro de las metas propuestas. Plantear abiertamente aquello que está funcionando, y lo que no, logros y fracasos, es crítico para tomar decisiones a tiempo.
Es posible que factores relacionados con la estrategia vigente, la estructura de la organización, la disponibilidad de recursos financieros o tecnológicos, el nivel de las capacidades críticas necesarias, la forma de trabajar o la cultura prevalente, entre tantos otros, estén favoreciendo o entorpeciendo la traducción en resultados. El ejercicio de revisión debe ser un espacio seguro que permita la sinceridad y la apertura necesarias en una conversación que haga explícito lo mejor del conocimiento y experiencia de los asistentes para aprovecharlo en afinar su formulación, y dinamizar su ejecución. El resultado de un buen ejercicio será, idealmente, una alta claridad y acuerdo sobre las prioridades en la gestión y la inversión, y un equipo ejecutivo más motivado y alineado desde su mayor conciencia y sentido de pertenencia respecto a la estrategia.
Carlos Téllez
Consultor Empresarial.