Creemos que el Banco de la República mantendrá su tasa de intervención en 7,50% este mes, pero la decisión no sería unánime.
La vulnerabilidad de las cuentas externas se está corrigiendo más rápido, hay indicios de que la desaceleración económica se habría profundizado, las expectativas de inflación a mayores plazos completan varias semanas dentro del rango meta, y las declaraciones de la mayoría de los codirectores del Banco sugieren que podría no requerirse un nuevo incremento de la tasa de intervención.
En primer lugar, los datos del primer trimestre podrían estar evidenciando que los incrementos de la tasa de intervención están cumpliendo más rápidamente con la reducción del déficit externo y de los riesgos asociados a éste, puesto que el Banco resaltó que el déficit de la cuenta corriente fue “significativamente inferior” al proyectado por el equipo técnico y que había sido el más bajo en 2 años.
El déficit podría ser aún menor en el segundo trimestre ante el repunte de los precios del petróleo con respecto al primero.
El Banco afirmó que estos precios se mantienen en niveles superiores a lo proyectado, lo cual confirmaría que el déficit se está reduciendo a un mayor ritmo que el que había previsto.
Por otro lado, la vulnerabilidad de las cuentas externas se ha reducido, pues en junio el Banco amplió la Línea de Crédito Flexible con el FMI de 5.400 a 11.500 millones de dólares hasta 2018.
Estos recursos pueden solicitarse en cualquier momento, sin estar sujetos a condiciones impuestas por el FMI, y harían parte de las reservas internacionales, de tal forma que reducen el riesgo de financiamiento de las cuentas externas.
Segundo, creemos que ha aumentado el riesgo de una desaceleración más profunda de la actividad económica en el segundo trimestre.
Por un lado, la serie desestacionalizada del Indicador de Seguimiento a la Economía, que es un proxy mensual del PIB, creció 0,6% en abril, su menor valor desde enero de 2009 y muy por debajo del promedio de 3% que se había registrado desde que comenzó la desaceleración en 2014.
Por otro lado, el consumo privado, que es el componente de la demanda interna con mayor peso en el PIB y el que había mostrado mayor resistencia, podría haberse debilitado notablemente en el segundo trimestre, según lo sugieren las ventas minoristas sin vehículos y el gasto real de los hogares.
Las primeras crecieron 1,4% en el trimestre móvil a mayo, su nivel más bajo desde finales de 2009 y muy por debajo del 3,6% en abril, mientras que el segundo creció 0,8% en el segundo trimestre, la expansión más débil desde comienzos de 2010 y muy por debajo del 2,7% en el primer trimestre.
Tercero, los últimos datos de inflación evidencian una moderación en los incrementos mensuales de los precios de los principales responsables del aumento de la inflación en el último año. Los de los alimentos y la energía eléctrica se afectaron por el Fenómeno de El Niño, pero éste culminó en mayo.
Los de los transables se afectaron por la devaluación, pero ésta ha perdido fuerza y se ha revertido en los últimos 4 meses. El paro camionero podría generar sorpresas al alza en la inflación de julio, pero ya se levantó y las correcciones a la baja se verán inmediatamente.
Además, las expectativas de inflación de largo plazo, medidas a través de los títulos de deuda pública, retornaron al rango meta a comienzos de junio y ahí han permanecido, algo que no se observaba desde que comenzaron los incrementos de la tasa de intervención en septiembre.
La desviación de las expectativas por encima del rango meta fue una razón para que el Banco comenzara con dichos incrementos.
Finalmente, la decisión de la última reunión contó con 6 votos a favor de incrementar la tasa de intervención de 7,25% a 7,50% y uno por mantenerla inalterada. Desde que comenzaron los incrementos en septiembre, esta fue la primera vez que alguien propuso no incrementarla, y desde octubre fue la primera vez que nadie propuso incrementarla más de un cuarto de punto. Esta es una señal de que los incrementos podrían haber finalizado o estarían llegando a su fin.
Los codirectores que propusieron incrementar la tasa de intervención en junio señalaron que la magnitud de los incrementos anteriores ha sido “importante” y que ha “incidido” en reducir las expectativas de inflación, y que la decisión de ese mes era para “apuntalar” la convergencia de la inflación y las expectativas a la meta.
Estas son señales de que la mayoría en este grupo estaría considerando que un nivel de 7,25% posiblemente era suficiente, pero que no sobraba un “apretón” a 7,50%, por precaución, así que llevarla a 7,75% podría no ser necesario.
Adicionalmente, cuando la tasa de intervención estaba en 7,25%, dos codirectores afirmaron que los incrementos estaban acercándose a su fin y otro mencionó que ese nivel era contraccionista.
Las minutas de mayo habían revelado que el grupo mayoritario que venía proponiendo incrementos graduales de un cuarto de punto, en el que estarían estos tres codirectores, consideraba que un nivel superior a 7% era contraccionista, lo cual podría profundizar la desaceleración de la economía.
Por su parte, el Ministro de Hacienda mencionó que “las tasas ya llegaron al punto justo”. En consecuencia, creemos que estos cuatro codirectores podrían considerar excesivo incrementarla por encima de 7,50%.
No obstante, las minutas de junio revelaron que “algunos” codirectores veían señales que podrían amenazar el cumplimiento de la meta de inflación en 2017.
Este argumento es similar al del grupo minoritario que hasta mayo venía proponiendo incrementos de medio punto. Estos codirectores (2 o 3) podrían proponer un nuevo incremento este mes.
Andrés Pardo Amézquita
Director Ejecutivo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana
Consultorio
Razones para una pausa
El déficit podría ser aún menor en el segundo trimestre ante el repunte de los precios del petróleo con respecto al primero.
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