En el centro de la agenda de la quinta sesión de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA), que reunió a 195 países en Kenia, estuvo la contaminación por plásticos, hoy por hoy uno de los retos más apremiantes que enfrentamos como humanidad.
Así lo evidencia los 109 millones de toneladas de plásticos presentes en ríos y aproximadamente 39 millones en los océanos, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Sumado a lo anterior, a nivel mundial existen múltiples regulaciones no armonizadas sobre el plástico, siendo poco efectivas para abordar el problema y dificultando, de paso, que los diversos actores comprometidos en la lucha contra el fenómeno planifiquen acciones y respuestas de largo alcance.
Históricamente, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha abordado problemas de magnitud global a través de tratados internacionales legalmente vinculantes y en el caso de la contaminación por plásticos, con su impacto transfronterizo y sus diversos agravantes contextuales, la solución no es diferente a un acuerdo de estas características.
Considerando este panorama, el sector privado ha invitado a diversos actores a elaborar y suscribir un tratado global de la ONU, ambicioso, estructurado y con un enfoque de economía circular que aborde esta problemática a escala mundial. La industria de bebidas no alcohólicas, en particular, ha estado alentando públicamente a los estados miembros de la UNEA a ser ávidos en sus objetivos y establecer políticas basadas en evidencia científica y marcos legales locales sólidos.
En el sector de bebidas estamos seguros de que un problema mundial necesita una respuesta global y un tratado de la ONU sobre la contaminación por plásticos generaría reglas claras sobre este material. Por esta razón, mientras se avanza en ese frente, todos -desde nuestros campos de acción- debemos aportar en positivo. En nuestro caso, somos conscientes de nuestra responsabilidad y continuaremos mejorando el diseño y producción de envases a fin de que sean completamente circulares, reutilizables, ligeros, reciclables y biodegradables, tengan una vida útil más larga y tengan más contenido de plástico reciclado y en menor medida virgen. Aumentaremos colectivamente las tasas de recolección de envases de plástico, promoviendo la seguridad y la equidad a través de las cadenas de reciclaje a nivel regional e incluyendo a la población de recicladores de la región.
Debemos dejar atrás las dinámicas de producción y de consumo basadas en aquel modelo económico lineal de la extracción, producción y desecho de materiales para adoptar uno que promueva la reducción y reutilización de materiales; promoción del consumo responsable en torno al aprovechamiento máximo de los plásticos y que de éstos se generen nuevos productos.
Y este martes, en el día del reciclaje, el mensaje es más que claro: ¡Es hora de actuar!
SANTIAGO LÓPEZ JARAMILLO
Director del Consejo Internacional de Asociaciones de Bebidas para América Latina y el Caribe