Una Serendipia es un hallazgo valioso e inesperado que se produce de manera accidental, casual o por destino. La primera de las dos serendipias que nos brindará esta coyuntura del coronavirus en seguridad social provendrá del valor que le comenzaremos a otorgar los trabajadores colombianos al ahorro.
En una cultura en donde estamos acostumbrados a vivir para el día, nos hemos dado cuenta en estas largas semanas de lo necesario que es proveer para eventos inesperados, para momentos en los que no podamos generar nuestro sustento cotidiano. Este aprendizaje, que en muchos hogares es angustioso, generará consecuencias positivas en los hábitos financieros de los trabajadores colombianos, y en particular en aquellos que no están sujetos a mecanismos de ahorro obligatorio, los informales.
Desde una perspectiva de política pública, para sacar provecho a esta nueva actitud hacia el ahorro es necesario desbordar el alcance del sistema contributivo y llegar a los trabajadores informales, facilitando mecanismos para canalizar este impulso al ahorro voluntario por parte de aquellos que se han visto más vulnerables en esta coyuntura. Esto se puede lograr en Colombia fortaleciendo el alcance de los Beneficios Económicos Periódicos -BEPS-, y eliminando todas las barreras de acceso y mecanismos de focalización a los que están atados, que erróneamente fueron pensados para beneficiar más a hogares pobres pero que cierran el acceso a canales de ahorro a la clase media potencialmente vulnerable.
La segunda enseñanza que nos dejan estos tiempos extraordinarios tiene que ver con la importancia de contar con un régimen pensional que no esté sujeto a las fluctuaciones de los mercados financieros. Esto se hizo evidente en el decreto que decidió que Colpensiones se hiciera cargo de las mesadas de aquellos pensionados por los fondos privados que se encuentren en la modalidad de retiro programado y con una pensión cercana a un salario mínimo (Decreto 558 de 2020). Las críticas que esta medida generó son en gran parte infundadas, pues estos traslados benefician al Estado, no a las AFPs, y son una forma racional de generar caja en el corto plazo para ayudarle a Colpensiones a cerrar el déficit pensional público en tiempos de crisis, asumiendo una deuda pagable al largo plazo.
Pero el hecho de que esta medida no sea perjudicial para el Estado no debe desviar la atención de una falla insoslayable del régimen de ahorro individual: la ausencia de un mercado de 'rentas vitalicias', el mecanismo ideal de desahorro de las pensiones. Este mercado no funciona porque las cuentas no cierran para las aseguradoras, que son las que las otorgan. Esto deja a las AFPs con la única opción de recurrir al ‘retiro programado’, una modalidad en donde el trabajador asume los riesgos del mercado y ve reducir su mesada pensional con el tiempo. Un mecanismo subóptimo, pero muy común.
Dos enseñanzas en estos momentos de transformación. La primera, que deberíamos cambiar nuestro chip de focalización, y buscar universalizar el acceso a BEPS para todo aquel que quiera ahorrar para su futuro. La segunda, la importancia de seguir contando con un régimen público de reparto, ojalá como complemento y no como sustituto del régimen privado.
David Fernando Forero
Investigador de Fedesarrollo
dforero@fedesarrollo.org.co