DOMINGO, 10 DE DICIEMBRE DE 2023

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Decidir en las crisis

Las emociones son lentes a través de los que observamos el entorno, y desde ellas interpretamos información disponible, así como nuestra experiencia.

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Empresas y personas estamos viviendo una prueba profunda a nuestra capacidad para tomar decisiones. En medio de la crisis actual, intempestiva y aguda, hemos visto a gobiernos y empresas tomar determinaciones tan excepcionales como impensables hace apenas algunas semanas, en medio de un alto nivel de incertidumbre, el cual por ahora se mantiene. Tomar decisiones en este momento, como es apenas natural, se hace mucho más complejo.

Además de la carga emocional que implican, las crisis multiplican el número de decisiones por abordar de manera simultánea. A las decisiones de la anterior cotidianidad, cuya mayoría se conserva y algunas aumentan en complejidad o se transforman en urgentes, se suman otras que son totalmente nuevas y para efecto de las cuales las luces de nuestra experiencia, así como de la información disponible, parecieran quedarse cortas.

¿Cómo mejorar entonces nuestro proceso de toma de decisiones dada su mayor complejidad en el contexto de una crisis? Dentro de las buenas prácticas prescritas para decidir, estas son algunas de pertinencia para enfrentar el momento actual. Un primer paso es hacer consciencia del contexto amplio como condición para escoger apropiadamente aquellas decisiones a las cuales vamos a dedicar el tiempo, un recurso que se hace aún más valioso en una coyuntura como esta. Así evitaremos descuidar lo que es importante por atender solo lo urgente. De otro lado, las crisis parecieran acorralarnos en el corto plazo. Si bien para las empresas en este momento la supervivencia es lo primero, es fundamental que no olvidemos las consecuencias de mediano y largo plazo de las decisiones que tomemos en medio de la crisis.

Al abordar una decisión compleja, reconozcamos nuestro estado de ánimo. Las emociones son lentes a través de los cuales observamos el entorno, y desde ellas interpretamos la información disponible, así como nuestra experiencia. Por inercia, solemos intentar evadirlas o ignorarlas, pero una mejor alternativa es reconocerlas abiertamente para hacernos cargo de ellas, que para el proceso de decidir significa tratar de entender cómo podrían estar afectando nuestra visión de la situación a resolver desde la consciencia de los sesgos y preferencias que potencialmente nos generan. Por esto, precisamente, es recomendable también discutir las decisiones con otros. Tienden a ser mejores las decisiones colectivas que las individuales en tanto el debate las enriquece y afina, además de matizar las eventuales distorsiones generadas por nuestros sesgos emocionales y cognitivos individuales.

Proveernos de información hasta donde sea posible, renunciar a la aspiración de tener información completa, así como recurrir con prudencia y confianza a nuestra intuición derivada de la experiencia, son recomendaciones adicionales al momento de decidir en una crisis. Finalmente, comunicar ampliamente las decisiones es vital para garantizar que se ejecuten y logren su objetivo. Cuidar el proceso de toma de decisiones es fundamental para navegar la crisis y seguir enfrentando la incertidumbre, así como para fortalecer nuestra capacidad de pensamiento estratégico.

Carlos Téllez
ctellez@bexco.co

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