En Colombia, la acumulación de la deuda externa es uno de los problemas más críticos en materia económica. Según el Banco de la República, este compromiso en nuestro país asciende a $138.175 millones, equivalentes al 42,7 por ciento del PIB. Es importante saber que esta deuda, que es de todos, es un mecanismo de financiación para el funcionamiento de la nación e inversión social.
¿Pero por qué empezar este escrito con una explicación básica sobre qué es una deuda externa?
Porque, como lo mencioné antes, es una deuda de todos, de cada colombiano y depende de nuestra capacidad de producción el poder pagarla. Es decir, de cómo los colombianos podemos financiar la nación a través de impuestos para que el estado pague la deuda.
Estos pagos, que cada día se hacen más difíciles de sostener por la devaluación del peso y las contingencias sanitarias, son necesarios para mantener la inversión extranjera y el crecimiento económico. Por esto, desde hace algunos años, el Estado ha considerado diversas estrategias para aumentar los ingresos provenientes de los tributos, tales como: ampliar la base de contribuyentes y gravar más negocios que antes se mantenían por fuera del sistema impositivo colombiano. Una de las medidas más importantes, es la formalización del Régimen Simple de Tributación (RST).
El RST, que sustituyó el monotributo en 2019, tiene el objetivo de formalizar las empresas colombianas a través de la simplificación de las liquidaciones tributarias y bajas tasas impositivas. Este régimen, que tiene reglas específicas para quienes quieren acogerse a ellas, presenta una oportunidad para que los empresarios, más allá de aportar su grano de arena impositiva, pueden empezar a ver las ventajas de ser formales, como acceso a créditos, leasing, factoring, entre muchas más.
Ahora bien... ¿a dónde quiero llegar con el inicio de la deuda externa y el Régimen Simple de Tributación para formalizar? Más allá del vínculo directo que tiene que ver con ampliar la base de contribuyentes, es que, si no somos capaces de educar a los pequeños empresarios sobre los beneficios de ser formal, nunca podremos aumentar la recaudación de impuestos y continuaremos cobrando más a los mismos de siempre. Así es, un asunto como la deuda externa, desde mi perspectiva, pasa más por las pequeñas acciones de educación que ayuden a ampliar la base de contribuyentes que con esperar que el dólar se estabilice. Sé que no suena lógico, ni siquiera en una perspectiva macroeconómica, pero si damos a los pequeños empresarios herramientas tecnológicas e incentivos para formalizarse es posible que podamos hacer que la mitad del PIB no sea el equivalente a nuestra deuda externa.
Juan Carlos Suárez
CEO de Q.enta.