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Análisis

Trump y la OMC

El 10 de diciembre tendrá lugar la Conferencia Ministerial de la OMC en Buenos Aires, y Estados Unidos ha presentado una propuesta que ha levantado polvareda.

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noviembre 30 de 2017
2017-11-30 09:41 p. m.
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“La OMC fue establecida para el beneficio de todo el mundo, excepto para nosotros. Se han aprovechado de nuestro país de manera increíble. En la OMC perdemos todas las demandas, casi todas las demandas, porque tenemos menos jueces que los demás países. La OMC fue hecha para que no podamos ganar. En otras palabras, cuando se establece un tribunal de arbitramento, no tenemos las mayorías”. Eso fue lo que dijo el presidente Trump en una entrevista para Fox.

Nada de lo dicho por el presidente Trump es verdad ¿Es el presidente Trump un mentiroso? El New York Times le lleva una contabilidad de sus afirmaciones mentirosas. Ahora bien, otra manera de ver las cosas es que Trump esté actuando como un vendedor: todo buen vendedor embellece su producto y le echa tierra al de la competencia.

Con todo lo que está haciendo con el acuerdo comercial Nafta, Trump le pone una gran presión a sus negociadores. Su recurrente afirmación de que se quiere retirar de la mesa de negociaciones le pone gran presión a los presidentes Trudeau y a Peña Nieto. Es más probable que el Nafta siga vivo a que muera. En ese evento, la táctica de Trump le habrá permitido llevarse la parte del león en esa negociación.

Estados Unidos es hoy el niño problema de la OMC. A partir de enero del 2018, el Órgano de Apelación de la OMC (tribunal de segunda y última instancia), tendrá solo cuatro de los siete miembros. Cada apelación debe ser atendida por tres jueces, y el 80 por ciento de las demandas aterrizan en la mesa de dicho Órgano. Estados Unidos se niega a dar su aprobación (en la OMC todo se decide por consenso), para que se inicie el proceso de llenado de las vacantes. Esta situación significa la casi parálisis del Órgano de Apelación.
La parálisis del mecanismo de solución de diferencias de la OMC no sirve a los intereses de Estados Unidos. Contrario a lo que afirma el presidente Trump, Estados Unidos ha sido el mayor beneficiario del sistema: es el país que más demandas tramita dentro del mecanismo, en la primera instancia gana el 78 por ciento de los casos como demandante (contra el 69 por ciento del resto), y el 36 por ciento como demandado (contra el 25 por ciento del resto); en la segunda instancia logra anular el 35 por ciento de las decisiones de la primera instancia (contra el 25 por ciento del resto). Es difícil creer que Estados Unidos se esté pegando un tiro en el pie.

La pataleta de Estados Unidos consiste, de un lado, en acusar al Órgano de Apelación de activismo jurídico por supuestamente estar creando y suprimiendo derechos; y del otro, denunciar una aparente anomalía consistente en la costumbre de que miembros de dicho Órgano sigan llevando casos después que se les ha vencido el término, mientras les llega el reemplazo.

No han valido las súplicas de los miembros de la OMC de que independice el tratamiento de los dos temas: la elección de miembros del Órgano de Apelación y una eventual reforma a dicho Órgano.

El 10 de diciembre tendrá lugar la Conferencia Ministerial bianual de la OMC en Buenos Aires. Estados Unidos ha presentado una propuesta para esa reunión que ha levantado polvareda. En ella acusa a los miembros de la OMC de no cumplir con sus obligaciones en materia de notificaciones: montos de los subsidios agrícolas e industriales, normas técnicas, normas fitosanitarias, etc., insumos necesarios para el buen funcionamiento de la Organización. Estados Unidos propone declarar como Estado delincuente al país que no cumpla con las obligaciones de reporte de esa información, y además plantea cortarles los servicios que les presta la Secretaría General.

Lo que está pasando en la OMC puede interpretarse como el deseo de la administración Trump de darle un revolcón a esa Organización. Es un hecho que la misión negociadora de la OMC está profundamente menoscabada con la muerte de la Ronda Doha, y que la regla del consenso se ha traducido en inmobilismo. Para reformar un organismo de esa naturaleza se necesita un garrote muy grande (a los free riders de la Otan ya los tiene pagando sus cuotas). La palanca de negociación parece ser coger como rehén a la joya de la corona: el mecanismo de solución de diferencias.

¿Cómo saldrá la OMC después de su reunión ministerial en Buenos Aires?

Diego Prieto
Experto en comercio exterior

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