El Gobierno nacional ha tomado decisiones importantes para reactivar la industria del petróleo y gas, las cuales empiezan a surtir efecto, aunque la mayoría rendirán frutos a mediano y largo plazo. En este contexto, es clave analizar el comportamiento de la inversión en la industria y los obstáculos y oportunidades que persisten, teniendo como referente el actual panorama internacional.
El reciente informe de Tendencias de Inversión en Exploración y Producción (E&P) en Colombia, realizado por la Asociación Colombiana del Petróleo, presenta un balance de la actividad en 2019 y las perspectivas para 2020, al tiempo que examina el clima de inversión en el país.
El Informe, que consolida la información de 26 empresas que representan el 94% de la producción en Colombia y el 81% de la exploración, evidencia una reducción del 7% en la inversión comparado con el año 2018. Y mientras en Colombia disminuyó, la inversión en el mundo creció 4%, lo que obliga a preguntarse la razón y a examinar nuestras fortalezas y debilidades competitivas, en especial frente a países con los que forcejeamos por la inversión extranjera, como Brasil, Estados Unidos, Argentina, México y Perú.
No obstante, para 2020 se espera que la inversión repunte, proyectándose en US$4.970 millones, de los cuales US$4.050 millones serán en actividades de producción y US$920 millones en exploración. Comparado con 2019, significa un incremento del 23%. Cifra, sin embargo, que debe tomarse con cautela, pues parte del total de lo presupuestado, US$630 millones, son inversiones aplazadas en proyectos costa afuera y en yacimientos convencionales y no convencionales, por diversos motivos.
Es importante señalar que la inversión proyectada le permitiría al país mantener una producción de 890 mil barriles por día en promedio y 1.090 millones de pies cúbicos diarios de gas. Una muy buena noticia, al menos en el corto plazo; pues si bien Colombia viene reponiendo las reservas que utiliza, la mayoría proviene de campos existentes que se agotarán y poco ha sido el aporte de nuevos descubrimientos. Es decir, el ritmo actual de exploración es insuficiente para garantizar a largo plazo el aumento de reservas, la autosuficiencia energética y seguir siendo un exportador de petróleo.
Al preguntarle a las empresas por qué la calificación general sobre las condiciones de inversión en Colombia, comparadas con los demás países de sus portafolios de inversión, es entre aceptable y buena (5 y 6 puntos sobre 10), la mayoría coincide en señalar que la geología colombiana ofrece oportunidades de negocio para seguir creyendo en el país. Sin embargo, persisten muchos retos en superficie para atraer nueva inversión (aspectos sociales, ambientales, seguridad, infraestructura, fiscales y contractuales), y que están dificultando la entrada de nuevas compañías al mercado.
Estadísticas de la Agencia Internacional de Energía indican que los proyectos en tierra firme en el mundo inician su comercialización en un periodo inferior a 3 años y se viene reduciendo este tiempo en forma importante en la última década. No obstante, en Colombia estos proyectos tardan entre 6 y 7 años, es decir más del doble, lo que nos pone en desventaja pues los analistas externos indican que los inversionistas en el sector están enfocados en inversiones con retornos de corto plazo.
A lo anterior se suma que el año pasado en el mundo se realizaron descubrimientos cuantiosos y superiores a los de 2016-2018. Es decir, lo que hay son proyectos interesantes para los inversionistas y si no logramos mejorar las condiciones de competitividad será difícil atraer nuevas empresas e inversiones. Desde hace varios años esa es la realidad contra la que está luchando el Gobierno, de la mano de la industria, y que aún a muchos les cuesta entender.
Adicionalmente, en un escenario de transición energética y por el actual exceso de oferta de petróleo, no se vislumbra un incremento en los precios internacionales –incluso no debe sorprender si, por el contrario, bajan– lo cual impactaría a Colombia principalmente en (i) pérdida de competitividad por los altos costos de operación de los proyectos de E&P en el país, dado que en escenarios de precios decrecientes solo aquellos con bajos costos serán económicamente viables y competitivos y (ii) pérdida de espacios de mercado y de ingresos para el país por demoras en el inicio de los proyectos (costo de oportunidad por entrada tardía de producción a bajos precios).
Siendo ese el escenario, y reiterando la buena noticia de una inversión mayor para este 2020, y el lograr sostener la producción actual, es clave entender que no es suficiente. De ahí la urgencia de lograr las inversiones programadas y evitar los aplazamientos; y la importancia de avanzar con rapidez en las reformas que en buena hora lidera la Agencia Nacional de Hidrocarburos, realizar los pozos exploratorios previstos en costa afuera y tierra firme, avanzar en la agenda de gas e iniciar cuanto antes los proyectos piloto de fracking. Es un sentido de responsabilidad.
El 2020 es definitivo para el país en materia energética. El Gobierno, bajo el liderazgo del Ministerio de Minas y Energía, tiene claro el panorama y está avanzando en el camino correcto. La inversión proyectada por las empresas es una señal en este sentido. Pero debemos hacer más, todos, y ahí incluyo a los millones de colombianos cuya calidad de vida está asociada a los hidrocarburos pero que parecieran no entender su importancia. La oportunidad es ahora.
Francisco José Lloreda Mera
Presidente ACP