La salida del Reino Unido (RU) de la Unión Europea (UE) muestra cómo la epidemia de populismo de derecha (Revista Javeriana, Junio/16: Europa, USA and Brasil: ¿una epidemia de populismo de derecha?) se extiende de Europa (Polonia, Austria, Francia), USA (Trump) y Brasil (golpistas) en una reacción contra la globalización y la consecuente inequidad.
Claro que lo del Reino Unido tiene causas y consecuencias peculiares de extrema gravedad, dado el estado de la economía mundial, tan vulnerable a la incertidumbre.
Pero en esencia se trata de lo mismo: la reacción a un proceso de globalización cuyos beneficios se han concentrado, no ya solo en nuestros países, sino también en EU y RU, en una minoría minúscula, especialmente la ligada al proceso de financializacion.
Como lo dijo el líder nacionalista británico N. Farage, comentando acerca de que en Londres se concentró el voto por remain in, los beneficiarios de la integración son los banqueros de la City.
En cuanto a las causas, como populismo, el Brexit tiene las típicas características (Portafolio, mayo-05-2016:Trump: contracción económica y populismo): el nacionalismo como tribalismo paranoide en reacción a una amenaza real o imaginaria (la UE como burocracia centralista), el culto a la personalidad del caudillo (B Johson y N. Corby) en su rol, o mesiánico o de protección parental frente a esa amenaza, culto en el cual la hipnosis mediática lograda mediante la deformación propagandística de la realidad en los medios juega un papel fundamental; la pretensión ignorante de que problemas de enorme complejidad se pueden resolver mágicamente con fórmulas simplistas que, en lo económico, se traduce en una omnipotencia violatoria de las leyes de la economía. Esta negación de la realidad, manifiesta en las celebraciones por el triunfo del Brexit, es en este caso tan severa como la de los griegos que se pasaron la noche bailando porque habían “derrotado” a la UE, el Banco Central Europeo y Alemania, para encontrarse con la realidad de que su rechazo (en este caso populismo de izquierda) se había traducido en términos más drásticos.
Todos los expertos, economistas o no, de todas las nacionalidades (incluidos los rusos a quienes acusaban de fomentar el Brexit) alertaron sobre la caída de la libra, el alza en los precios y el freno al crecimiento, enfatizando en el impacto de la incertidumbre y la volatilidad generada sobre la actividad económica, particularmente la inversión (cuando el grueso de la extranjera en el RU buscaba acceso al mercado común).
Este punto de negación de la realidad es importante y complejo. Por una parte, como dijo el eminente historiador (profesor de Columbia) S. Schama, se trata de un repudio al conocimiento y a la realidad. Es una negación omnipotente de que la ganancia en el control de las fronteras (control de la inmigración que con razón reclaman) se logrará a un altísimo costo económico, de manera que el freno a la demanda por servicios públicos será inferior a la erosión de su oferta causada por la caída en el ingreso gravable.
Por otra parte, en los argumentos por el Brexit hay elementos reales, como la presión sobre los salarios que ejerce la oferta de mano de obra de Europa oriental, particularmente de Polonia, lo cual refleja uno más general de enorme importancia: después de que la intensificación de la globalización, incluyendo la financializacion, se ha traducido en concentración/exclusión, la gente no les come más cuento a políticos y economistas acerca de que todos estaremos mejor en una economía globalizada (así esto tenga bastante sentido económico, como lo muestra China).
Este escepticismo frente a los expertos y desconfianza en la élite se extiende así de los países en desarrollo a los desarrollados, particularmente a EU y RU, donde la fase de financializacion de la globalización a partir de las desregulaciones de Tatcher-Reagan-Clinton ha traído consigo una severa concentración del ingreso en el 1% más rico (como lo han señalado no solo Stiglitz y Piketty, sino también el FMI).
En cuanto a las consecuencias, además del impacto de la incertidumbre en una economía global/europea luchando por recuperarse (como lo muestran ya los mercados), las consecuencias para el RU son alarmantes: la posibilidad de que Cameron sea reemplazado por B. Johnson; el desmembramiento con un Scotexit, pues los escoceses no cayeron en el populismo de derecha; una recesión causada por la pérdida de acceso a la más grande unión económica del mundo y la migración de la City a Frankfurt, cuya superación estará frenada por la incertidumbre causada por prolongadas negociaciones con la UE.
Una espiral de “nacionalismo populista (delirante paranoico como el de Maduro/Trump o no)-recesión”, con la consiguiente exclusión, es un prospecto gravísimo para la economía mundial, cuya débil recuperación puede ser frenada por la epidemia de populismo.
Ricardo Chica
Consultor de Desarrollo Económico rchicave@gmail.com
El ‘Brexit’: expresión del populismo de derecha
La salida del Reino Unido de la UE muestra cómo este fenómeno se extiende desde Europa, EE.UU. y Brasil, en una reacción contra la globalización.
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