La palabra más pronunciada en el último año es postconflicto para significar el proceso más complejo desde el punto de vista político, social y económico que una nación entera pueda afrontar. Reconstruir el tejido social en Colombia constituye el acto de mayor responsabilidad para lograr que cada una de las células logren adherirse de la mejor manera, sin dejar las venas abiertas como bien lo expresaba Eduardo Galeano.
Más vale cerrar el camino a la guerra que abrir autopistas para el sacrificio de jóvenes y para mantener a la sociedad colombiana en estado permanente de miedo, lo cual disminuye el ritmo de desarrollo y genera la mayor improductividad de los recursos físicos y humanos. Tenemos riqueza, pero el miedo nos impide transformarla en bienestar para su población.
Es claro que debemos preparar todo el instrumental necesario para que la sociedad en su conjunto pueda comenzar a mirar la vida en una perspectiva distinta. El rencor destruye, el amor construye. Es tan así, que desde la mirada espiritual es necesario desarrollar a profundidad talleres de duelo y de perdón porque las heridas del alma son más duras de sanar que las físicas. Es tan así que las historias de los procesos de paz en el mundo quienes han sido víctimas de la guerra se han opuesto a los mismos, porque las heridas del alma siguen abiertas y han clamado duros castigos para los victimarios.
Pero tenemos la oportunidad de acertar en el proceso.
Si bien el postconflicto es un asunto de país, su realidad social y económica se manifiesta de manera distinta en cada región, es por eso que es necesario construir la estrategia desde los departamentos, y en muchos casos desde los municipios, para asegurar que el paso hacia un proceso de desarrollo, sin el factor violencia organizada, sea exitoso y veamos que los frutos de una adecuada estrategia económica y social se esparzan y llenen de esperanza a las actuales y nuevas generaciones. Así, el conflicto armado será la historia de una sociedad para nunca más repetir.
Por ello, es necesario comprender la dinámica rural de cada región, nivel educativo y de inclusión financiera existente, pirámide poblacional donde sea evidente el peso de los jóvenes y mujeres rurales, el impacto social que ha tenido el conflicto, los niveles de desarrollo y de las potencialidades existentes, su grado de articulación a los procesos económicos nacionales y de exportación, nivel de desarrollo de la infraestructura vial desde las vías terciarias hasta las troncales, presencia institucional pública y privada, procesos sociales que favorecen el cambio de paradigma y disposición de la población para emprender una nueva dinámica de desarrollo rural, entre otros factores. Tener estos elementos claros por cada región va a permitir que los programas del postconflicto que se implementen obtengan los resultados esperados.
En este sentido, construir la ruta del postconflicto es entender que es una excelente oportunidad para generar los programas y acciones que eleven el bienestar de los pobladores del campo y de convertir a las zonas rurales en alternativas efectivas de progreso, que permita a los jóvenes y mujeres rurales integrarse social y económicamente para emprender proyectos productivos competitivos y rentables, que lleven impreso el sello de la paz, que incentiven a los campesinos que emigraron del campo a regresar porque encuentran una nueva dinámica rural y un mejor espacio para vivir con adecuados estándares de calidad de vida. Este es el camino más expedito para pagar la deuda histórica que tenemos con el campo. Es clave cerrar el círculo destructor de la guerra y abrir el círculo virtuoso de la paz y el progreso.
En el caso específico del financiamiento rural es claro que debe orientarse en dos direcciones: en el corto plazo, hay que desarrollar una estrategia de educación financiera que cubra a todos los segmentos de la población rural, incluyendo a los reinsertados; promover iniciativas o proyectos que logren contribuir en la recuperación de la confianza de la población rural afectada por el conflicto armado, que les brinde mayor experticia en el desarrollo de negocios de pequeña o mediana complejidad que permita obtener victorias tempranas de un proceso de recuperación en marcha; Así es posible dar el paso a emprender inversiones de más largo plazo, prioritariamente mediante esquemas asociativos que son más eficientes para el desarrollo económico del país. En esta etapa implica también desarrollar productos y servicios financieros acordes con la característica de la demanda, papel que es clave de la banca pública, de las cooperativas de ahorro y crédito y de las instituciones microfinancieras. Este primer paso es la mejor oportunidad para solidificar la confianza en el actuar con paso firme hacia la estabilidad social y económica de la población rural.
En el mediano plazo, la estrategia del financiamiento rural en el postconflicto debe orientarse a profundizar el proceso de inclusión financiera en las zonas rurales. Esto implica varios frentes, tales como: 1. Aprovechar la tecnología para desarrollar productos y servicios acordes con las necesidades y tipología de la población rural. 2. Facilitar el acceso con líneas de crédito especiales y fábricas de crédito especializadas que hagan oportuno el proceso. 3. Fortalecimiento del modelo de aseguramiento de la producción agropecuaria a pequeña escala. 4. Fomento de los esquemas asociativos que faciliten obtener rendimientos a escala. 5. Desarrollo de canales financieros alternos, donde las cooperativas de ahorro y crédito con ámbito local y regional sean empoderadas para que jueguen un papel destacado en la bancarización. 6. El Banco Agrario debe jugar un papel protagónico en la oportunidad del crédito rural, en la ampliación de canales de servicio como cajeros de doble vía, potenciación de las funciones de los corresponsales, fortalecimiento de la Banca Virtual y de la Banca Celular. En este proceso es clave garantizar la sostenibilidad y sinergia de cada uno de ellos para lograr generar una nueva dinámica rural que se oriente a ampliar la base social y económica del campo.
En conclusión, el postconflicto es una tarea del presente que trasciende los períodos de Gobierno y que compromete a cada colombiano en el logro de una nueva fase de desarrollo del país. La paz arranca en el corazón de cada ser y hacia él vuelve.
Jesús Antonio Vargas
Consultor
El posconflicto y el financiamiento rural
El Banco Agrario debe jugar un papel protagónico en el crédito rural, en ampliación de canales de servicio como cajeros de doble vía y Banca Celular.
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