En el pasado, Colombia ha basado su desarrollo energético en la construcción de grandes represas hidroeléctricas que hoy representan el 70% de nuestra capacidad instalada; que son 17 Giga Watios en total.
Pero en los últimos años, la gravedad del fenómeno ‘El Niño’ y otras sequías extremas asociadas al cambio climático han mostrado la vulnerabilidad de este modelo.
Para fortalecer nuestra matriz energética, Colombia ha apostado por desarrollar otras fuentes renovables, en especial la energía eólica.
La apuesta tiene sentido: es limpia, inagotable, barata y autóctona. En Colombia tenemos el lujo de contar con La Guajira, que disfruta uno de los mejores recursos eólicos del planeta; es difícil encontrar un lugar que supere su viento en velocidad, baja turbulencia y unidireccionalidad.
De ejemplo tenemos a Alemania, Francia y España, que combinados suman más de 100 Giga Watios de potencia eólica: lo han conseguido con recursos eólicos un 30% inferiores que en La Guajira.
Conscientes de esta oportunidad, el país ha dado los primeros pasos para que este inestimable recurso comience a satisfacer las necesidades energéticas del país. Para explotar el viento de manera sostenible, desde 2012 varios desarrolladores vienen midiendo el viento y consultando a las comunidades wayú antes del inicio de cualquier proyecto eólico.
Para ello, han seguido los estrictos protocolos para la obtención de licencias ambientales, que exigen el cierre de consultas previas con las comunidades que habitan el área de influencia de los proyectos.
En octubre del 2019, una exitosa subasta impulsada por el Ministerio de Energía habilitó la contratación de compra de energía a largo plazo, otro requisito necesario para lograr el cierre financiero de estos proyectos. No sorpresivamente, todos los proyectos eólicos adjudicados en esta primera subasta están ubicados en la Guajira. Los futuros parques eólicos alcanzarán 1 GW de potencia, suficiente para abastecer a una ciudad como Cali.
Hoy, un año después de esta subasta, afrontamos otro momento clave: el reto de construir estos parques, un esfuerzo que implicará instalar los aerogeneradores de última tecnología en los próximos cuatro años.
Tengo la fortuna de contribuir con mi trabajo a que una parte de estos aerogeneradores comience a proporcionar electricidad en tiempo y forma. Creo que los aprendizajes adquiridos con la construcción de los primeros proyectos de menos escala son esenciales para poder construir el Giga Watio adjudicado.
Más allá de su energía limpia, esta primera generación de parques nos servirá de experiencia para dar salida a los siete Giga Watios adicionales de energía eólica que actualmente se encuentran en desarrollo en La Guajira.
Con esa capacidad, Colombia obtendría energía suficiente para crecer en las siguientes décadas y garantizar la sostenibilidad de nuestro abastecimiento energético, especialmente cuando el recurso hídrico se vea sometido a épocas de más incertidumbre fluvial.
Estamos soñando en grande, y hay motivos para ser optimistas. La industria eólica ha demostrado su fiabilidad en todo el mundo y no con tan ventajosas condiciones como las de Colombia.
Felipe de Gamboa
Gerente de Vestas Colombia.