En varias oportunidades he escrito sobre la importancia de elegir buenos gobernantes para dirigir los destinos de nuestra Nación así como los de departamentos y ciudades, por lo que había tomado de decisión de no escribir nada más sobre eso, por considerar que hay personas mucho más calificadas que yo para hacerlo.
No obstante, al leer en ‘El País’ de Cali del domingo el sesudo y muy interesante artículo de la doctora Claudia Blum, quién como expresidente del Senado, (además de haber ocupado otros importantes cargos del Sector Público, tanto en el país como en el exterior), en el cual nos narra su percepción de los políticos que le correspondió conocer en su vida pública. Ello me llevó a volver a escribir estas notas sobre la importancia de escoger muy bien a quienes en los próximos meses llegarán a ocupar no solo la Presidencia, si no también el Congreso.
La Dra. Blum clasifica en tres grupos los políticos que conoció durante su paso por la Presidencia del Senado, cargo que ejerció con lujo de competencia y transparencia, que son las cualidades que deberíamos tener en cuenta a la hora de depositar nuestro voto en las urnas, procurando elegir a personas cuya trayectoria sea transparente y su desempeño en los cargos que hayan ocupado en el sector público o privado no dejen la menor duda sobre su capacidad de administrar bien las empresas o instituciones públicas.
Debemos evitar candidatos denunciados en el pasado por haber cometido actos dolosos
COMPARTIR EN TWITTERSegún ella, el primer grupo de esos políticos lo constituyen los personajes que tradicionalmente han usufructuado de los cargos públicos para enriquecerse, que son bien conocidos por los habitantes de sus regiones. Por eso resulta insólito que año tras año esos personajes sean reelegidos por los ciudadanos que reciben dádivas u ofrecimientos de tipo populista, que rara vez se cumplen. Por supuesto, ese es el tipo de personas por la que los colombianos no deberíamos votar si algún día queremos erradicar la corrupción de las instituciones públicas.
En el segundo grupo clasifica a quienes aspiran por primera vez a ocupar escaños en el Congreso o en cualquier otro cargo de elección popular, que inicialmente llegan con buenas intenciones, pero que una vez instalados se van acomodando a lo que allí encuentran y citándola “esconden la cabeza en la arena, evitando confrontar la realidad”.
Por supuesto que por ese tipo de personas tampoco deberíamos votar.
En el tercer grupo quedaron clasificadas las personas que realmente sienten amor por el país y sus instituciones, por lo que están dispuestas a trabajar en el sector público sin recibir por ello compensación económica diferente al salario del cargo que estén desempeñando y a la vez actuando de manera competente y transparente, y esas son las personas a quienes deberíamos apoyar con nuestros votos.
Por último, considero que si queremos erradicar la corrupción de nuestras instituciones y preservar nuestra democracia, debemos tratar de evitar que los políticos que han sido denunciados en el pasado por haber cometido actos dolosos, así como los candidatos populistas que prometen mucho pero ejecutan poco; definitivamente no deberían merecer que los ciudadanos de cualquier nivel económico o social, vote por ellos.
ERNESTO DE LIMA
Presidente de la Organización Delima