El mundo actual está lleno de incertidumbre y volatilidad, en lo político y lo económico. En nuestra región, muchos expresidentes están en la cárcel o siendo investigados: Menem y Kirchner, en Argentina; Toledo, Humala, García y Fujimori, en Perú; Lula y Rousseff, en Brasil, y Correa, en Ecuador, para nombrar a los principales. La mayoría de estos casos relacionados con alguna forma de corrupción. A esto se suma la volatilidad del precio del petróleo por condiciones de demanda (reducción de las expectativas de crecimiento de la economía mundial) y de oferta (acuerdos de producción en el marco de la Opep y de países fuera del cartel).
Como si fuera poco, se suma a lo anterior una serie de regímenes impredecibles, en EE. UU., Italia, Brasil y Medio Oriente. El liberalismo ‘globalizador’, que fue el marco de la economía mundial en la posguerra, está en una profunda crisis que, precisamente, resulta en esa volatilidad, imprevisibilidad e incertidumbre. Con más razón, la empresa y el sector privado deben buscar sendas de sostenibilidad del negocio y de estabilidad.
En ese contexto, el aspecto crucial para asegurar la sostenibilidad del negocio debe ser un gobierno corporativo que centre su prioridad en los procesos de ética, transparencia y cumplimiento. Cero tolerancia a corrupción en cualquier expresión. Pero más allá de este aspecto, los factores de la sostenibilidad empresarial incluyen una gestión estratégica y de innovación, que debe incorporar las expectativas y las condiciones del entorno.
En la actualidad, innovación se equipara con la transformación digital como reto de la cuarta revolución industrial. Pero la innovación empresarial también está caracterizada por la inclusión de los retos relacionados con protección de los derechos humanos, los compromisos del COP 21 y el cambio climático, y la construcción de una sociedad más equitativa.
En el pasado, la teoría de administración de empresas se centraba en crear valor a los accionistas (shareholder value), hoy se reconoce que para lograr ese fin se debe también crear valor para los grupos de interés (stakeholder value) como condición necesaria. Como han dicho muchos expertos sobre el tema: “no pueden existir empresas exitosas en un entorno fallido”. La sostenibilidad es la posibilidad de crecimiento y desarrollo en el largo plazo, asegurando el futuro de las generaciones venideras en lo social, ambiental y económico.
Esto no es simplemente la adopción de una política de responsabilidad social empresarial. Se trata de un sistema de gestión que debe ser transversal a toda la organización. Y más allá de incorporar aspectos de sostenibilidad social y ambiental del entorno, debe ser un sistema de relacionamiento e interacción permanente con los grupos de interés. Una empresa que pretende crecer, debe crear valor para empleados, accionistas, clientes y proveedores pero también para los gobiernos, y en especial la comunidad. Lo anterior es válido para todas las empresas, pero sobretodo para las que cambian la dinámica regional a través de grandes proyectos.
Como punto de partida, es importante un análisis de riesgo que debe incluir los impactos percibidos por la comunidad. Y, en ese contexto, además de proyectos de inversión social y ambiental que vayan más allá de la ley, se necesita una comunicación eficaz y pertinente.
En un mundo volátil e incierto, la empresa va a poder cementar la sostenibilidad de su negocio, si incorpora los conceptos de sostenibilidad del entorno donde opera a su gestión. Esto, en un país como Colombia, debe reconocer una nueva conciencia ambiental, pero también crear las condiciones de superación de pobreza.
Rafael Herz
Vicepresidente Ejecutivo de la ACP
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