Colombia está viviendo uno de los momentos más trascendentales de su historia; estamos a pocos días de alcanzar el tan anhelado y necesario fin del conflicto armado con la guerrilla de las Farc, que augura beneficios en todos los ámbitos de nuestro país, pero muy especialmente en el campo, que ahora podrá crecer y prosperar con mucho más ímpetu.
Es en el campo donde se originó este conflicto de décadas, por la inequidad en el acceso a los factores productivos, especialmente la tierra y por el abandono histórico del Estado.
Es también el principal escenario donde se ha llevado a cabo este terrible enfrentamiento y son nuestros campesinos los que han puesto los muertos y heridos, perdiéndose varias generaciones de jóvenes que bien podrían haber hecho el relevo como empresarios innovadores del campo.
Tengo la plena convicción de que la construcción de ese nuevo país en paz empieza por el campo y que debemos volver la mirada a lo rural, no solo para saldar la deuda histórica y garantizar la calidad de vida de la población campesina, sino como una gran oportunidad de desarrollo y progreso para todos los colombianos, usando eficiente y equitativamente las grandes riquezas con las que contamos, que son principalmente rurales.
CAMPO PARA TODOS
Todos podemos contribuir y hay campo para todos: la economía campesina, la agricultura familiar, la agroindustria, los agronegocios y todas las denominaciones y combinaciones de ellas; ¡lo importante es que lo hagamos bien!
Tenemos las bases con la política “Colombia Siembra”; y a partir del ordenamiento productivo, ambiental y social del territorio, de manera concertada, podremos desarrollar nuestro gran potencial rural en alimentos y materias primas, forestales, servicios ambientales, turismo, minería, hidrocarburos y energía.
En el agro, logrando encadenamientos productivos rentables y equitativos, acordes con nuestras múltiples vocaciones y dando respuesta efectiva a todos los actores, es decir, productores, transformadores, comercializadores, proveedores de servicios, de todos los tamaños y en todas las regiones, incluyendo, por supuesto, a las víctimas, reinsertados y actores de los cultivos ilícitos, brindándoles las condiciones para la construcción de unos nuevos planes de vida ciertos.
Pero también debemos contar con la institucionalidad, normatividad y entidades requeridas para afrontar tal desafío y en ello estamos todas las entidades del sector, en cabeza del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.
PLANEAR EL CAMPO
Debemos llegar a definir o fortalecer, en acuerdos territoriales y a partir de la vocación de nuestras regiones y los mercados: qué producir, dónde y cuándo, contribuyendo a dotar los territorios rurales con bienes públicos, incentivando a producir con las semillas y tecnologías apropiadas, garantizando asistencia técnica integral, financiamiento y apoyo a la comercialización.
Nos ha correspondido afrontar este espectacular reto desde el Banco Agrario de Colombia, entidad que juega un papel protagónico, dada la necesidad de financiamiento oportuno, suficiente y a la medida de las condiciones de cada uno de los actores, regiones y renglones productivos.
Aprovechando que tenemos la más amplia cobertura en servicios financieros en todo el territorio nacional, con un portafolio de productos y servicios especialmente diseñados para el campo; que somos aliados naturales de los distintos programas del Estado hacia la población rural de Colombia y que hacemos parte del sistema nacional de financiamiento, junto con Finagro, la Bolsa Mercantil y Fiduagraria, nos aseguraremos de garantizar el acceso a créditos, inversiones, incentivos, garantías, seguros, coberturas y nuevos mercados, entre otros instrumentos financieros para nuestros productores.
UN BANCO MODERNO
Somos conscientes de este papel, y por eso, venimos trabajando en el Banco del posconflicto, a través de un rediseño institucional, que implica descentralizarnos, profundizar nuestra presencia territorial, modernizarnos tecnológicamente, ajustar nuestro modelo de atención y relacionamiento, ampliar nuestro portafolio.
En esencia, el Banco Agrario de Colombia que queremos está orientado a que nuestros productores nos perciban como sus verdaderos aliados, pues estaremos más cerca, con una mejor atención, con créditos y otros productos y servicios, más rápidos y fáciles de obtener, ya que nuestro principal interés es que progresen y les vaya bien.
El conflicto comenzó en el campo y es allí, en medio de la riqueza que nos brinda la tierra, donde se debe sembrar la paz.
Confiando en Dios y en todos los colombianos que apoyamos este proceso, empezaremos muy pronto a transitar en un nuevo país, para confirmar que vivir sin violencia es el mejor negocio para nuestra productiva y pujante Colombia.
Luis Enrique Dussán López
Presidente del Banco Agrario de Colombia
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En el campo se siembra la paz
El conflicto inició en el campo y es allí, en medio de la riqueza de la tierra, donde se debe sembrar paz.
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