Criando he terminado de entender a fondo algunos de los conceptos básicos de la economía. Y no estoy hablando de las dinámicas de la economía doméstica, que darían para otra reflexión, sino de esos conceptos básicos que están en la esencia de todas las interacciones humanas, incluso de aquellas mediadas por el amor.
Las relaciones humanas no son 100% transaccionales, pero siempre implican un ejercicio de transacción de tiempo y foco, que, como el dinero, son recursos escasos. No en vano, Emily Oster, ha armado un imperio analizando datos alrededor de las principales decisiones que se toman en el embarazo y en la crianza desde la economía. En cualquier caso, la transparencia, reconociendo siempre que la información y la racionalidad son limitadas, es la única clave para que fluyan las relaciones familiares.
Ahora, también funciona al revés. Muchas prácticas de la crianza que buscan crear esa transparencia, analizadas desde la mirada de la economía, sirven para tomar mejores decisiones en el mundo corporativo. En ese sentido, quiero dejar dos frases de mamá que pueden dar luces para el ejercicio del liderazgo en las organizaciones.
Estas son las reglas de esta casa. Cada vez que he negociado límites con mis hijas, me he encontrado con la importancia de tener instituciones claras. Que ellas sepan qué es inamovible y qué puede negociarse, es fundamental para saber cómo comportarse y para que también entiendan cómo y cuándo es hora de correr la cerca a medida que van creciendo. Evidentemente, las reglas de juego no son iguales en la adolescencia que en la infancia, como tampoco es el nivel de responsabilidad que se espera en cada etapa.
Tener claro los no negociables de una organización y dejar espacio para la conversación en todo lo demás es clave para un equipo crezca.
Uno parte y el otro escoge. Compartir el último pedazo de torta entre dos hermanos puede ser el inicio de una guerra y por eso alguna mamá sabia se inventó esta frase. La transparencia y la justicia son fundamentales en la crianza y también en las negociaciones corporativas. Evidentemente las cosas no son iguales para todos, pero en la medida en que la transparencia sea parte de las rutinas de una organización adentro y hacia afuera, se generará un ambiente de mayor afinidad y seguramente, de más productividad. Cuando las personas saben por qué y cómo se toman decisiones y ve que la organización hace negocios para que ganen todas las partes, habrá mucha más vinculación.
Esta es una columna poco romántica sobre la maternidad, pero para subir la nota, termino con una frase de la gran filósofa colombiana Shakira Mebarak: “Me enseñaste que el amor no es una estafa, y que cuando es real no se acaba”. Si bien el tiempo y el foco en las relaciones humanas son limitados, el amor de una mamá, afortunadamente no lo es.
CRISTINA VÉLEZ
Decana Escuela de Administración Universidad Eafit.