Es un hecho que Transmilenio cambió la movilidad de Bogotá y se convirtió en un ejemplo de transporte urbano para muchas ciudades en el mundo. También es un hecho que recientemente ha sido protagonista por la contaminación que genera en las calles de Bogotá, al interior de las estaciones e incluso dentro de los articulados, debido al contaminante y asfixiante material particulado que liberan sus motores.#
Al respecto, el pasado dos de noviembre hubo humo blanco y TransMilenio dio a conocer las empresas que ganaron la licitación para renovar los buses del sistema de transporte bogotano. En este proceso participaron 11 propuestas de buses a diésel, 3 de buses eléctricos y 17 con vehículos a gas natural, para renovar la totalidad de la flota de biarticulados y articulados en los patios de Américas, Calle 80, Norte, Suba, Tunal y Usme.
Pero más allá del nombre de las empresas adjudicatarias de los patios, la atención ha estado centrada en la tecnología que usarán estos buses en los próximos 10 años. Al final, en la noche de ese viernes definitivo, se anunció que, de los cinco patios adjudicados, en tres se utilizaría gas y dos tendrían diésel, se totalizaron 1.383 vehículos nuevos que desplazarán a 1.162 buses viejos, ruidosos y cuyo material particulado está enfermando a la población más vulnerable.
Bogotá tendrá 481 buses Euro VI a gas natural que representan un poco más del 40 por ciento de la nueva flota. Todos hubiéramos querido más vehículos con combustibles limpios y eficientes, pero es un primer paso, muy importante, para mejorar la calidad del aire. Se necesitará tomar más medidas para que la ciudad pueda reducir sus concentraciones de material particulado.
Actualmente, la capital del país está lejos de alcanzar, no solo la recomendación de la Organización Mundial de la Salud en cuanto a concentraciones de material particulado en el aire, sino el límite normativo fijado por el Ministerio de Ambiente para el 2030. Las más de 8 mil muertes prematuras que se ocasionan en Colombia, consecuencia de la mala calidad del aire deberían ser una de las más altas prioridades de la política pública.
Cabe mencionar que en Bogotá los vehículos aportan el 75 por ciento del total de las emisiones de material particulado, de los cuales el 42 por ciento corresponde al transporte de carga, el 23 por ciento a los buses de transporte público (corriente, SITP y TM), el 14 por ciento al transporte especial, y el restante 19 por ciento a los otros tipos de vehículos.
Por lo anterior, todo esfuerzo de renovación de flotas de transporte público y de carga con tecnologías más limpias, tiene un impacto importante sobre la calidad del aire que respiramos.
Con este nuevo paso hacia un transporte público sostenible y de mejor calidad, queda demostrado que la entrada de buses de gas natural es una alternativa real, viable, económica y segura. Así, también se ha demostrado en otros países del mundo donde transitan más de 70 mil buses a gas natural. El 2 de noviembre vimos humo blanco y Bogotá demostró que es posible tener combustibles más limpios en sus vías.
El camino por recorrer para transformar la movilidad de la ciudad es todavía largo, pero la decisión de TransMilenio va en la dirección correcta.
Orlando Cabrales Segovia
Presidente de Naturgas
ocabrales.segovia@naturgas.com.co