La actitud es y será determinante para todas las etapas del ser humano, marcando la diferencia entre alguien que disfruta la vida y otro que ve ‘el pero’ permanentemente a la existencia. La pregunta es; ¿podemos entrenarnos desde jóvenes para tener una actitud ganadora en la edad adulta? Mi respuesta es sí, es posible.
Veamos a continuación una serie de reflexiones y recomendaciones, dirigidas a construir hábitos saludables en nuestro comportamiento para el momento de pensión.
Primero, todos queremos –de manera consciente o no– estar rodeados de personas optimistas, alegres, que buscan ver el lado positivo de las cosas. Los seres humanos con buena energía se perciben de inmediato, fácilmente su entorno se entera de su presencia. Las personas optimistas tienen problemas como todos, pero al hablar con ellos se advierte una perspectiva ganadora frente a la vida.
Segundo podemos entrenar nuestra mente con varios años de anticipación, con una técnica llamada ‘entrenamiento actitudinal para el retiro laboral’. Esto significa hacer ejercicios mentales desde edades tempranas, que nos permitan construir hábitos orientados a sentirnos mucho mejor y disfrutar la vida en todas las etapas de la misma. La ventaja de tener buena actitud, es la posibilidad de disfrutar actividades que realizaremos al pensionarnos, las cuales se convierten en acciones aparentemente sencillas, pero de gran importancia para el nuevo pensionado y su entorno. Ejemplo: participar en una junta directiva, dictar una cátedra universitaria, es decir, compartir su conocimiento en el mundo empresarial o con otras generaciones.
Existen otras actividades –un tanto más cotidianas– que inciden en el pensionado, en su estado de salud física y mental, e igualmente impactan su núcleo familiar. Entre estas acompañar a su cónyuge al supermercado, ir al banco, practicar un deporte, ejercer la amistad con los amigos. Para un pensionado es esencial tener hobbies que le permitan tener la mente ocupada, los cuales se deben construir previamente.
En una amena conversación que tuve con Don Alfredo Carvajal Sinisterra, empresario colombiano, por quien tengo un profundo respeto y admiración, dialogábamos sobre la pertinencia del nivel de ocupación en todas las etapas de la vida, y en particular, en la edad adulta.
Partiendo de esa conversación y de la investigación realizada, he observado que el nivel de ocupación óptimo para cada persona, se construye desde las etapas anteriores al momento de pensión, partiendo de un elemento fundamental, la actitud.
Existen situaciones tan, aparentemente, sencillas como subir las escaleras de un lugar. Hay personas que desde edades tempranas lo evitan; en cambio, hay otros casos, como el médico Victor Pinzón, quien con 95 años de edad, demuestra que puede ser posible asumir positivamente una actividad como esta, al igual que jugar golf.
De lo anterior surge una pregunta: ¿qué preferimos cuando estemos pensionados, ser unos padres, abuelos o tíos a quienes nuestro entorno quiera visitar y compartir diversos momentos, o personas quejumbrosas y negativas que alejan a familiares y seres queridos?
En mi opinión, la actitud negativa nos aleja de quienes amamos. En sentido contrario, la actitud positiva nos permite tener cerca a esos seres humanos que nos llenan de felicidad, asunto de gran trascendencia en la vejez.
Para lograr lo anterior, invito a mis lectores a que practiquemos estas sencillas, pero potentes acciones orientadas a entrenar nuestra actitud y crear hábitos de comportamiento que posteriormente serán de gran valor. Empecemos por buscar en cada evento algo positivo del mismo, algo bueno, así no lo tenga. Procuremos compartir con personas amables que siempre sonrían y preguntarles ¿cómo ha logrado mantener esa actitud? Rodeémonos de amigos con ‘buena vibra’, la mente atrae lo que uno tiene permanentemente en ella.
Pensemos todas las mañanas en algo positivo que nos haya sucedido el día anterior y en algo bueno que deseemos para el día que empieza. Busquemos lecturas con connotaciones amables de la vida, con logros en medio de la adversidad. Apropiémonos de símbolos positivos, así sea algo tan sencillo como una carita feliz en nuestro perfil o mensajes con una óptica amable del futuro. Disfrutemos de una conversación, de un encuentro con un amigo o conocido. Reconsideremos si es apropiado tener contactos en nuestras redes sociales que siempre están viendo el lago negativo de todo y resaltan permanentemente hechos nocivos del mundo, la ciudad o la región.
La forma como veamos la vida nos permitirá tener encuentros gratos con nuestra familia y demás seres queridos, particularmente cuando concluyamos la etapa laboral e iniciamos la fase pensional.
Cada minuto de la vida, nos ofrece la posibilidad de observar el mundo con una perspectiva optimista o desde un enfoque pesimista. De allí la pertinencia de diseñar un proceso para crear hábitos actitudinales saludables, que nos permitan construir tener una vida como pensionado feliz. Está en nuestras manos, mi sugerencia es empezar de inmediato. El tiempo pasa muy rápido y cuando menos lo pensemos, ya estaremos radicando nuestra solicitud de pensión.
Marcelo Duque
Director Cómo me Pensiono