"Las naciones sólo se pueden desarrollar a través de los peligros y las turbulencias. Ojalá las turbulencias actuales conduzcan a un mundo mejor." Eran las palabras de Albert Einstein en su discurso "Ciencia y Civilización" en Londres, el 3 de octubre de 1933.
Este discurso cobra demasiada relevancia en estos momentos de dificultad, pues es la primera vez que como nación nos enfrentamos a una situación de esta magnitud, y es aquí cuando el país necesita emprendedores conectados con la productividad y enfocados en amortiguar los efectos negativos en la economía por cuenta del aislamiento social. En las últimas semanas, nos adaptamos a cambios que, sin lugar a duda, han sido drásticos pero que nunca hubiéramos experimentado sin la premura de una pandemia.
Durante mucho tiempo hemos escuchado a los expertos decir: “Hay que salir de la zona de confort, hay que pensar fuera de la caja”, al punto de convertir esa potente idea en paisaje. No obstante, la realidad actual sí que nos está haciendo salir de esa zona de confort, y ¡de qué forma! convertimos las salas de reuniones presenciales en espacios virtuales para hablar con nuestros compañeros, buscamos clientes en redes sociales, cerramos puertas de locales para abrir ventanas de navegadores, nos vimos en la necesidad de seguir operando nuestras empresas con los retos que implica tener a todos nuestros colaboradores en casa.
Unas semanas atrás, jamás imaginamos que mantener un negocio sin oficinas era posible, y esa creatividad, a la hora de resolver un problema, no fue más que un proceso de innovación obligado; un procedimiento que nos llevó a operar -como a muchas empresas- 100 por ciento desde casa, en tiempo récord y con todos los procesos funcionando casi ininterrumpidamente.
Utilizar herramientas tecnológicas, modificar procesos y, sobre todo, cambiar la cultura de la gente en cuestión de días, ha sido el ejercicio de innovación más intensivo que hemos tenido que vivir como empresarios. Y más allá de los éxitos que pudimos tener en esta transformación, lo que nos queda, es un gran aprendizaje sobre cómo hacer y crear procesos de innovación en nuestras organizaciones.
¿Cómo podemos resumir este aprendizaje? Lo primero, es que quitamos el imaginario de que la innovación es para los grandes. Es decir, la innovación no discrimina tamaño, ni industria, esta puede alcanzar a un tendero para aumentar sus ventas o para lograr mejores costos a la hora de comprar sus insumos. También Lo puede hacer una pequeña fábrica de zapatos para llevar sus productos al otro lado de la frontera o utilizar plataformas para negociar con proveedores del otro lado del mundo, con el fin de volverse altamente eficiente. Puede hacer a un profesional independiente, para dar consultorías virtuales, romper la barrera de lo físico, y tener un mejor uso de su tiempo.
La innovación es incluyente porque no implica desarrollo de tecnología sino usar los recursos actuales, de mejores formas.
Lo segundo: la innovación aplica para todas las áreas del negocio. Usualmente pensamos en ella para desarrollar nuevos productos o mejorar los que ya tenemos. Pero en estos tiempos de coronavirus, aprendimos que la innovación se puede usar para conectarnos con nuestros clientes, mercadear los productos de una forma distinta, buscar aliados logísticos para entregar la mercancía más rápido y a mejor costo, operar un contact center desde casa o, simplemente, entender que las cosas como las veníamos haciendo pueden mejorar.
Por último, y no menos importante de los aprendizajes es que, una vez pasada esta emergencia sanitaria, tenemos que dedicar una buena parte de la semana a realizar ejercicios de innovación con nuestros colaboradores y nuestros clientes. No basta con estar ocupados toda una jornada operando y resolviendo problemas. Tenemos que encontrar espacios para repensar y reinventar nuestras organizaciones de una forma disciplinada y constante. No podemos esperar hasta la próxima pandemia para que entendamos que, si queremos dar el siguiente paso, debemos tener en nuestras agendas los mayores espacios de innovación posible porque son estos momentos los únicos que nos permiten alcanzar metas que parecen imposibles, y lograr lo inimaginable.
Juan Carlos Suárez
CEO de Q.enta